La ciudad estadounidense reivindica sus galones con la apertura de establecimientos hoteleros que hacen del diseño, la arquitectura Art Decó y lo mejor de los movimientos urbanos emergentes su santo y seña.
Es habitual que, tras pasar unos días en Chicago, el Gran Viajero acabe completamente enamorado de esta ciudad a orillas del lago Míchigan. Inmensa y vibrante (es la tercera de Estados Unidos en población tras Nueva York y Los Ángeles) es, al mismo tiempo, recoleta y deliciosa, tanto como la historia que envuelve cada una de las calles de su centro histórico, así como los barrios que lo rodean. En estos últimos, integrados en lo que allí llaman The Loop, el turista pasa desapercibido entre los muchos chicagüenses que acuden a diario para disfrutar de música en vivo, todo tipo de restaurantes y locales de copas y propuestas artísticas a cuál más diferente.
Con un magnífico lavado de cara que agranda el ‘mapa turístico’ mucho más allá de la mítica avenida Míchigan y los rascacielos más emblemáticos, la ciudad está viendo cómo abren sus puertas cada vez más hoteles que hacen del diseño, el arte y la vanguardia sus señas de identidad. Bien como hoteles boutique o como establecimientos de gran lujo, en gran formato o con cifras casi anecdóticas, están marcando el paso hacia lo que quiere ser Chicago en el siglo XXI: la misma referencia imprescindible para el amante de los edificios bonitos y el interiorismo de calidad.
Estos son algunos de los mejores hoteles boutique de Chicago, establecimientos que merecen la pena tanto por su servicio como por la oferta personalizada, tecnológica y artística que brindan a sus huéspedes. Cada uno con una configuración, tamaño y características diferentes, tanto en el centro como en el primer cordón periférico, pero todos con un ADN que no puede negar la autenticidad de Chicago.
ACME Hotel Company
15, East Ohio Street. Chicago. Desde 320 €/noche. Información y reservas, aquí
Sí, es inevitable pensar en los dibujos animados del coyote y el correcaminos cuando uno escucha el nombre del hotel por primera vez, pero nada que ver. Se trata de un hotel a un paso de la avenida Míchigan, en pleno corazón de una de las zonas más jóvenes y animadas en cuanto a coctelerías y tiendas, que ha apostado por el arte urbano y la tecnología. Así, desde la posibilidad de abrir las puertas con el móvil a que en cada habitación haya un aparato que, como Siri en los iPhone, ayuda al huésped en lo que necesite, no hay detalle que no cuente con lo último en electrónica.
El arte urbano, además de en la posibilidad que brinda a sus huéspedes de hacer tours de dos horas visitando los mejores murales de arte callejero de la ciudad, se nota en el interiorismo, con esculturas contemporáneas en los patios interiores, portadas de discos en los ascensores, paredes con murales y grafitis… Y detalles alternativos como el que te alquilen una guitarra o que en cada puerta haya una pizarra en la que dejar mensajes, desde el clásico No molesten a otros mucho más canallas.
Hotel The Peninsula Chicago.
108, East Superior St. Desde 400 €/noche. Información y reservas, aquí
El magnífico hotel que The Peninsula tiene en la Milla de Oro de Chicago se ha renovado al completo para presentarse como uno de los más tecnológicos de Norteamérica. En sus habitaciones, prácticamente todo es objeto de control remoto y domótico, que se ejecuta mediante tabletas muy intuitivas, por lo que es bastante sencillo controlar luces, temperatura, televisores, música ambiente o solicitar cualquier tipo de cosa al servicio de habitaciones o la conserjería.
Pero no solo es un hotel magnífico por su tecnificación, sino también por su servicio lleno de detalles, los que esperas en un cinco estrellas y que no tienen nada que ver con una decoración exquisita o muchos dorados en las paredes, sino en un trato personalizado, un mimo en cada acción y que, al entrar en la habitación, siempre haya sorpresas esperándote. Además, cuenta con un spa con piscina en la planta 20 de acceso libre que permite empezar el día con un chapuzón.
LondonHouse Chicago
85, East Upper Wacker Dr. Desde 170 €/noche. Informacion y reservas, aquí
No hay ningún otro hotel en la ciudad que pueda rivalizar al LondonHouse en vistas. Y es que este nuevo cuatro estrellas superior se sitúa sobre el puente Du Sable, es decir, en pleno corazón turístico de la ciudad, donde parten todos los cruceros por el río, donde de hecho nació Chicago y en medio de los más importantes rascacielos, de los que forma parte, al levantarse en lo que fue un edificio de oficinas con un siglo de historia. Pero más allá de su art decó o del interesante arte contemporáneo de sus instalaciones, destaca su Rooftop, la coctelería-bar-restaurante de su última planta, donde poder tomar las mejores copas a un precio bastante razonable si tenemos en cuenta que son las vistas con mayúsculas de la ciudad (unos 14 €/copa).
The Robey Hotel
2018, W North Ave. Desde 190 €/noche. Información y reservas, aquí
The Robey es el mejor ejemplo de lo mucho e interesante que se puede hacer a la hora de reconvertir un edificio de oficinas de hace un siglo en un hotel moderno y funcional, pensado para amantes del diseño y perfecto para llenar de fotos nuestras redes sociales. Manteniendo ese estilo de principios del siglo XX, es un hotel acogedor en el que destacan especialmente sus espacios de restauración, sobre todo la terraza en su azotea, con impresionantes vistas del Downtown al completo, en tanto que se encuentra a la entrada de uno de los barrios del cinturón que lo rodea. De hecho, la localización no puede ser mejor, ya que es el chaflán de una intersección de tres avenidas: Damen, Milwaukee y North. También tiene un bar en otra gran terraza con piscina, un bar tranquilo donde relajarse y un restaurante a pie de calle. Las habitaciones son cómodas y minimalistas, con albornoces confeccionados con tela vaquera negra.
The Hollander
2022, W North Ave. Chicago. Desde 40€/noche. Información y reservas, aquí.
Con apenas 20 habitaciones, The Hollander es el hermano pequeño de The Robey, situado en la finca de al lado y con una concepción tan hipster como el primero, pero configurado para bolsillos menos pudientes, y es que está a medio camino entre el hostal y el hotel de media categoría, sin olvidarse del diseño y siempre como establecimiento boutique. Llama poderosamente la atención su lobby, que es un gran espacio en el que encontramos la recepción, que también es una gran barra de madera para una cafetería. Al mismo tiempo, sofás cómodos que invitan al co-working, bicicletas para el que quiera explorar los alrededores, una lavandería medio oculta… No va a ser por falta de rincones que fotografiar, ni escenarios en los que hacernos nuestro propio book. Las habitaciones son más pequeñas que las de The Robey, pero igual de cómodas, con una decoración más industrial y urbana, más contemporánea.
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