No digas “comida rápida”, di Chicago. La Tercera Ciudad de América puede presumir -con razón- de muchas y excelentes cosas: una de ellas, de ser la capital mundial del fast food. ¿Quieres saber por qué? Sigue leyendo… ¡y buen provecho!
Claro que hay un Chicago para gourmets donde sólo cuentan las clasificaciones de la AAA o las estrellas de la Guía Michelín, o donde los restaurantes de muchos ceros en la cuenta pugnan entre sí por servir la mejor carne del país, pero no es de esa Ciudad del Viento de la que vamos a hablar hoy. No, hoy vamos a paladear hasta el sumum esa otra Chicago popular, la que puso en la mesa de Estados Unidos varias de las costumbres gastronómicas más sabrosas (que no necesariamente saludables). La que inventó los perritos calientes y la pizza al estilo Chicago. Así que aflojaros un par de agujeros del cinturón, porque allá vamos con las direcciones y pistas imprescindibles que tienes que manejar para comer en Chicago, la capital mundial del fast food.
Pizzas al estilo Chicago
La Pizza al estilo Chicago no se come con las manos: se come con cuchillo y tenedor (y, casi, con cuchara). No es -sólo- una cuestión de educación, sino por pura lógica: casi ha de servirse en un plato hondo, tal es su profundidad y grosor. Esta delicadeza gastronómica se inventó en 1943 en la Pizzeria Uno (29 E. Ohio St.), que desde aquel día está a rebosar de enamorados de sus pizzas: siete especialidades a cubrir de dieciocho ingredientes (puedes consultar la carta en este enlace). La pizza Chicago tiene dos pulgadas de fondo -unos cinco centímetros-, y se sirve en una sartén con esa profundidad. La masa base está cubierta de una gran cantidad de mozzarella, carne -normalmente salchichas-, y tomate natural. Los chicagianos las piden con cualquier ingrediente imaginable: espinacas, aceitunas negras, piña, gambas… Y lo hacen en restaurantes como Edwardo’s, Gino’s East, Giordano’s, Leona’s, Home Run Inn o Lou Malnati’s (muchos de ellos tienen varios locales por toda la ciudad). A una manzana al norte de Pizzeria Uno está Pizzeria Due (619 N. Wabash Ave).
Chicago, la cuna del hot dog
Fue en Chicago, en la Expo Mundial de 1893, cuando aparece el hot dog por primera vez aunque no fue hasta la Gran Depresión, cuando las calles de la ciudad se llenaron de carritos de comida que satisfacían las necesidades de los obreros machacados por las crisis: por sólo cinco centavos se podía tener una comida completa: un hot dog “con todo”, y ese “todo” era una salchicha entre panes ahumados, cubierta de salsa de tomates verdes, tomate rojo picado, mostaza, pepinillos y apio. Hoy, aunque la receta ha evolucionado mucho -se añade al perrito incluso trufa negra, o foie-, la receta canónica del perrito caliente se sigue sirviendo en las esquinas de las calles de Chicago: cuando lo pida, sepa que un chicagüense jamás lo pide con ketchup. Una excursión gastronómica típicamente americana es visitar la fábrica Viena Beef Company, que produce más de trescientos millones de perritos al año, y degustar sus especialidades en el restaurante de la fábrica.
No faltan en Chicago lugares -desde camionetas a restaurantes pasando por cualquier lugar abierto al público- donde dejarse seducir por un hot dog, pero los iconos que nunca fallan son Superdawg (6363 N. Milwaukee Ave.), Wiener’s Circle (2622 N. Clark St.), que no hacen olvidar al recientemente desaparecido Hot Doug’s (3324 N. California Ave.), donde los “especiales” del día a veces incluían pato Sauternes con trufa negra y foie gras… ¡Qué pena! En Chicago, hay multitud de empresas dedicadas a dar el viajero lo que quiere: tours por las mejores pizzerías y figones de la ciudad. Chicago Deep Dish Pizza lo hace todos los jueves y sábados. Las visitas guiadas arrancan de la Pizzeria Uno, cuestan 40$ e incluyen tres degustaciones de pizza en tres lugares diferentes de la ciudad, que cambian constantemente. ¡Buen provecho!
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