De la bulliciosa Cork a la luminosa Sidney, hay un día al año en que, durante unas horas, el mundo reza al cielo, se viste de verde y bebe un líquido negro. El 17 de marzo, allá donde haya un irlandés, tened por seguro que se festejará como se merece el día de San Patricio, patrón de Irlanda. ¡Y en Estados Unidos hay millones!
Aunque no necesiten excusa para ello, el próximo 17 de marzo millones de irlandeses (aceptamos como tales a los nacidos en Irlanda, los descendientes de irlandeses y a todos los que nos queramos reencarnar en irlandeses) se calarán un sombrero de hongo, vestirán algo de color verde y saldrán a las calles de su ciudad y de su pueblo a beber. Y todo a la salud del patrón de Irlanda, San Patricio, un monje que, dicen y no hay motivo para dudar de ello- expulsó a las serpientes de la isla y evangelizó a los primitivos y paganos irlandeses trébol en ristre, explicándoles el misterio de la Santísima Trinidad. Todo aquello ocurrió en el siglo V. Pero a nosotros, la leyenda que más nos gusta, y que creemos a pies juntillas – es aquella que dice que fue el santo quien introdujo el alambique en la isla y, con él, la enseñanza de la destilación del whisky, ese brebaje que, también decían, fue creado por Dios para evitar que los irlandeses dominaran el mundo.
San Patricio en Estados Unidos
En San Patricio 2019, todo eso se concentra en desfiles en los que participan decenas de miles de personas al compás del fiddle, la Guinnes y la promesa de que nada como un buen irish stew para reponer fuerzas para el día siguiente. El primer desfile del Día de San Patricio tuvo lugar en Boston en 1761 y, al año siguiente, en Nueva York, donde los soldados irlandeses acantonados en la ciudad marcharon por la ciudad al son de la música.
Desde entonces, el desfile de la Gran Manzana es el más numeroso: cada año, dos millones de espectadores contemplan las evoluciones de más de 150.000 marchadores a lo largo de la Quinta Avenida, engalanada con banderas verdes: el lugar más cotizado para disfrutar del desfile es, evidentemente, ante la catedral de San Patricio. Sin salir de EE UU, Chicago -la ciudad con más irlandeses del mundo- no se conforma con dejar sin cerveza los bares irlandeses del North End: además, colorea de verde el río que da nombre a la ciudad.
