Cuando alguien nos dice que va a viajar a Gran Canaria, del cajón de etiquetas de nuestro cerebro surgen dos palabras: sol y playa. Normal, porque ambas dos cosas abundan en esta isla mágica: en sus 236 kilómetros de costa encontramos 60 de playas –de arena y de piedras, tranquilas y bulliciosas, extensas y recogidas–; y el astro rey brilla casi todo el año con suavidad, creando una primavera continua que atrae a personas de latitudes menos afortunadas con el clima.

 

Gran Canaria es un auténtico continente en miniatura

Pero eso es solo la crujiente y deliciosa corteza de un pan con mucha miga: la de sus valles y laderas rociadas de pueblos tranquilos; la de sus bosques y senderos entre montañas; la de sus yacimientos arqueológicos y su gastronomía; y la de sus cielos limpios y serenos, saciados de estrellas. Ahí arriba, en el firmamento, iniciamos este recorrido por una isla que algunos llaman “pequeño continente” por su variedad. Un Gran Viaje inolvidable, repleto de experiencias viajeras, que Logitravel pone a nuestro alcance con las mejores ofertas para viajar a Gran Canaria. 

 

 

Más cerca de las estrellas 

El área de Gran Canaria declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO es extraordinaria para contemplar casi el 80 por ciento del cielo del hemisferio sur, no visible desde Europa. Una noche despejada y sin luna nos convencerá de la justicia de la acreditación de Destino Turístico Starlight concedida a las montañas sagradas de Gran Canaria, donde se encuentran vestigios troglodíticos de los primeros pobladores del archipiélago.

 

Paisaje cultural del Risco Caído y montañas sagradas de Gran Canaria, nuevo Lugar Patrimonio de la Humanidad | Tu Gran Viaje
© Nacho González

 

Miles de aficionados a la astronomía acuden a estos parajes con sus prismáticos y telescopios, listos para disfrutar gracias a la orografía isleña, que cuenta con numerosos puntos situados a una altitud de entre 600 y 1.800 metros desde los que mirar estrellas y constelaciones. El Gobierno local ha contribuido al desarrollo de entornos óptimos para dirigir la mirada al cielo. Se ha disminuido la contaminación lumínica en toda la zona, y se ha consolidado una red de miradores astronómicos en lugares que reúnen interés paisajístico y condiciones atmosféricas y físicas excelentes para admirar la bóveda celeste. El mirador de Pinos de Gáldar, el de La Degollada de las Yeguas, el del Pico de los Pozos de la Nieve, el de El Balcón, la Reserva Natural Especial de Güigüí… La lista es extensa.

 

Paisaje cultural del Risco Caído y montañas sagradas de Gran Canaria, nuevo Lugar Patrimonio de la Humanidad | Tu Gran Viaje
© Julio Cuenca

 

Una red de caminos 

En 2005, la UNESCO declaró Reserva de la Biosfera nada menos que un 43 por ciento del territorio insular, y una amplia zona de las aguas costeras, donde es fácil ver tortugas bobas y cetáceos como el delfín mular y el calderón gris. Gozar de la naturaleza isleña a pie (también hay rutas en bicicleta) es fácil gracias a los Caminos Reales, usados por los canarios de otros tiempos para ir de pueblo en pueblo. Los han rehabilitado, suman centenares de kilómetros y conforman una red por la que conocer en profundidad pinares, palmerales, barrancos, valles y montañas, una coctelera de hábitats y microclimas.

 

Roque Nublo, con el Teide al fondo

 

El cónico pico de las Nieves (1.949 metros de altitud) se alza en el centro de Gran Canaria. En determinados días, las nubes que lo abrazan permite ver desde su cima Tenerife, como un barco fantasma que surcara mares de algodón. Puede accederse a pie desde el municipio de Vega de San Mateo, una ruta de dificultad mediana que cubre cerca de 10 kilómetros en algo más de cinco horas, por paisajes crecientemente frondosos y frescos.

 

 

Entre pinares y barrancos

A unos 20 kilómetros de allí, en el municipio de Artenara, arrancan un puñado de senderos que discurren por las alturas o descienden al mar. Por ejemplo, el que conduce a la Punta de las Arenas salva casi 1.300 metros de desnivel, una bajada sinuosa que muestra la rica biodiversidad de la isla y termina en un paraje lunar que se abre a un tramo de costa abrupto y solitario. Si preferimos movernos por las alturas, la ruta a la montaña de Altavista nos regalará magníficos panoramas, la sombra de los pinares, un microclima húmedo aportado por los vientos alisios y un aire tan puro que podría matar a los más urbanitas.

 

Parque Rural del Nublo

 

Tenemos ganas, pero no espacio para seguir explorando la telaraña de senderos grancanaria. Solo el suficiente para recomendar unos cuantos lugares libres de humos: la Reserva Natural Especial de los Tilos de Moya, famosa por su laurisilva (bosque húmedo); el majestuoso Barranco de Arguineguín; la Reserva Natural Especial de Guguy, un laberinto de barrancos; o el Parque Rural del Nublo, el mayor espacio natural de la isla, que alberga algunos de los enclaves que hemos citado, y que en sus 26.000 hectáreas varía de los bosques de pino canario (una especie única en el mundo) a los matorrales de plantas autóctonas desérticas.

 

Razones por las que debes viajar a Gran Canaria, la isla infinita
Parque Tilos de Moya

 

Modos tradicionales de vivir

El vagabundeo por la isla nos pone ante los ojos pequeñas localidades donde se mantienen las viejas actividades, las costumbres y un ritmo de vida pausado en medio de un entorno natural singular. Por citar unas cuantas que reflejan la gran variedad isleña, citaremos Vega de San Mateo, Gáldar, Arguineguín, Tejeda, Artenara, Puerto de Mogán, Firgas y Arucas, conocida por su ron. De pueblo en pueblo encontraremos cultivos de fresas, aguacates, plátanos, tomates y cebollas, entre otros.

 

El marco natural de Artenara

 

En Teror –un pueblo de 12.000 habitantes situado en el norte de la isla, a 20 kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria– destacan las coquetas calles de casas con balcones de madera (algunos del siglo XV), omnipresentes por toda la localidad. La basílica de Nuestra Señora del Pino, terminada a mediados del siglo XVIII, es su edificio más representativo, y su virgen la patrona de la isla, así que miles de fieles isleños la visitan regularmente.

 

Teror

 

La exquisita gastronomía tradicional de Gran Canaria, un tesoro por descubrir

En estos pueblos no faltan restaurantes donde probar la gastronomía autóctona. Destacan los quesos, como el de flor de guía, elaborado con leche de oveja, a la que se añade una mezcla de leche de cabra y vaca, y que tiene una peculiaridad: se cuaja con flor de cardo. Los grancanarios son de buen comer, y aprovechan los productos de la tierra, como el cochino negro canario, las frutas tropicales y subtropicales, la sal marina de alta calidad o una amplia variedad de pescados en la que se incluyen el cherne, la sama y varios túnidos.

 

 

Los dos grandes guisos de la isla son el potaje de berros, que también lleva alubias blancas, otras verduras y carne; y el contundente rancho canario, una de las numerosas variantes regionales del típico cocido español. Es una sopa de fideos con garbanzos, verduras, patatas, pollo, ternera y cerdo. También hay que hincarle el diente a la ropa vieja, que recibe su nombre del aprovechamiento de las sobras y lleva cerdo, ternera o pollo con verduras, patatas y garbanzos.

 

 

No olvidamos las papas arrugás con sus diferentes mojos; el omnipresente gofio (una harina hecha de cereales tostados que se usa en numerosas recetas); ni los platos de pescado como el sancocho, que se prepara con cherne o corvina, patata y batata, y se sirve con una pella de gofio y mojo al gusto del comensal. Rematamos con bienmesabe, una irresistible pasta con una base de almendras molidas acompañada por azúcar, piel de limón, canela y algún otro ingrediente al gusto de cada cual. Resumiendo: en Gran Canaria hay que patearse muchos senderos para no engordar. Y con los ojos abiertos, porque a la vuelta de un risco pueden esperar los vestigios de los pobladores más antiguos de la isla.

Las huellas prehispánicas

Antes de la aparición de los europeos en el siglo XV, el archipiélago canario estaba poblado por pueblos de origen bereber que, al parecer, llegaron hacia mediados del I milenio a. C. Se adaptaron a un hábitat complicado y dejaron restos que nos dicen mucho de su modo de vida. En Gran Canaria tenemos, por ejemplo, el Cenobio de Valerón, en la costa norte, un granero colectivo excavado por los nativos en la blanda roca volcánica; abrieron 350 oquedades a diferentes niveles para almacenar cereales y otros alimentos.

 

Cenobio de Valerón

 

 

Junto a Puerto de Mogán se encuentra la Zona Arqueológica de Cañada de Los Gatos, los restos de un poblado de casas de piedra construido hace más de 1.300 años, rodeado por túmulos y cuevas de enterramiento. Para visitar el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, ubicado en el centro de la ciudad de Gáldar, se cruza una pasarela levantada sobre las ruinas de un antiguo poblado para adentrarse en una cueva con paredes decoradas por figuras geométricas de significado desconocido. En la necrópolis de Arteara se han encontrado 809 túmulos con enterramientos colectivos e individuales. Y hay más yacimientos importantes desperdigados por la isla.

 

Interior del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, en Gáldar

 

Y, por supuesto, las playas…

Lo dijimos al principio: 60 kilómetros de playas (hay más de cien) engalanan Gran Canaria. Un surtido de calas de difícil acceso, arenales finos y dorados, largos o cortos, familiares o no, urbanos o junto a pueblecitos pesqueros. A todo el mundo le suena la sureña Maspalomas, con su espectacular y cambiante campo de dunas (Reserva Natural), su arenal como tostado por el sol y sus temperaturas siempre suaves.

 

Dunas de Maspalomas, Gran Canaria. Foto © Carmelo Jordá
Dunas de Maspalomas, Gran Canaria. Imagen © Carmelo Jordá

 

Separada de esta por una lengua de arena de tres kilómetros de longitud, la playa del Inglés cuenta con amplios espacios para el nudismo y sectores codiciados por los surferos. Casi todas las playas de Gran Canaria son tranquilas, muy apropiadas para familias y niños. Es el caso de las de San Agustín, la del Puerto de Mogán, la de Meloneras, la de Agaete (donde manda la piedra volcánica) o la de Amadores, una playa de arena blanca de unos 500 metros de largo. 

 

Playa de Amadores

 

Y al norte, Las Canteras es la playa más popular de la capital, Las Palmas de Gran Canaria. Tres kilómetros de arena considerados como una de las mejores playas urbanas de Europa, con aguas propicias para el surf y otros deportes náuticos, un paseo marítimo con una tremenda oferta de ocio y una notable fauna marina, gracias a La Barra, el arrecife rocoso que alberga cientos de especies subtropicales a unos 250 metros de las sombrillas. 

 

Atardecer en la playa de Las Canteras

 

Ya que estamos en la ciudad, podemos aprovechar para visitar la Casa Museo de Benito Pérez Galdós, el escritor canario más importante; o la Casa de Cristóbal Colón, un edificio gubernamental donde paró el navegante en su primer viaje a América. También hay sitio para la arquitectura contemporánea, como demuestran la Torre Woermann (Ábalos y Herreros), el Auditorio Alfredo Kraus (Óscar Tusquets) o el Centro Atlántico de Arte Moderno, de Sáenz de Oiza. Un perfecto broche urbano y cultural para un gran viaje a un continente en miniatura: la mágica y sorprendente Gran Canaria