Marruecos está repleta de lugares mágicos. Donde posemos la mirada, nos vamos a encontrar una postal viajera inolvidable, repleta de exotismo, autenticidad y magia. Y es que, a tan solo unas horas de viaje, pocos lugares hay como Marruecos que cumplan con lo que le pedimos a un gran viaje.

 

 

Marruecos es un histórico cruce de caminos entre Europa y África, con una cultura exótica y familiar al tiempo, una naturaleza arrebatadora e incluso extrema, y con tantos rasgos de una herencia común: ¿quién no se ha maravillado ante esas hermanas que son la Kouitubia de Marrakech, la Torre Hassan de Rabat y la Giralda de Sevilla? Y con la irresistible selección de ofertas para viajar a Marruecos que nos propone Logitravel, el hechizo está asegurado. ¡Descubramos por qué!

 

 

Las ciudades imperiales de Marruecos

Tierra de grandes contrastes y diversidad y escenario de grandes momentos de la Historia, Marruecos seduce también por su riqueza cultural. La esencia del país brilla en sus ciudades imperialesRabat, Fez, Marrakech y Meknes-, cuatro urbes absolutamente imprescindibles que hay que visitar, al menos, una vez en la vida, y que concentran toda la magia que queremos experimentar al viajar a Marruecos.

 

 

Rabat, la capital de Marruecos, es una ciudad vitalista que combina la modernidad con una herencia histórica de impresión, declarada por la UNESCO como Lugar Patrimonio de la Humanidad. Su medina, el Mausoleo de Mohamed V y la Torre Hassan, que sufrió las acometidas del terremoto de Lisboa de 1755, son lugar de visita obligada en Rabat, como lo es el Dar-al-Mahkzen, el inmenso Palacio Real al que se accede por la gran explanada de Méchouar.

 

 

La ciudad de Fez, el centro espiritual del país, está siempre ligada a dos estampas: las de sus murallas centenarias, cuyas puertas han cruzado los viajeros más legendarios de la historia, y el sus curtidurías de piel.

 

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Pasear por las estrechas calles de su medina, también Patrimonio de la Humanidad, a las que se asoman bellísimas madrazas y mezquitas, es hacerlo por el corazón de Marruecos.

 

 

Y su hermana Meknes, la ciudad imperial, Patrimonio de la Humanidad, posee un legado arquitectónico riquísimo que se suma al de la impresionante Volúbilis (Walili), vestigio de un flamante pasado romano, que fuera fundada como capital de la provincia romana Mauritania Tingitana en el siglo III a. C.

 

 

Dejamos para el final de este recorrido por las ciudades imperiales de Marruecos a un lugar que no puede faltar jamás en Tu Gran Viaje, la increíble Marrakech. Imposible no caer hechizado por su patrimonio y su exotismo, por su luz del desierto y sus personajes de Jmaa El Fnaa y, a la vez, por su modernidad. Marrakech es una de las ciudades más cosmopolitas de todo África. Durante siglos, las caravanas llegaban a Marrakech después de haber cruzado el desierto del Sáhara, trayendo consigo mercancías de todo el mundo conocido con las que llenar sus mágicos mercados.

 

 

Hoy, la legendaria Ciudad Roja sigue conservado su magia y exotismo más tradicionales: la plaza de Jmaa el Fnaa, con sus cuentacuentos, curanderos y restaurantes móviles es, como lo ha sido siempre, uno de los mayores espectáculos del mundo; los zocos de la medina, Lugar Patrimonio de la Humanidad, están repletos de animación, tiendas y de gangas, si se quiere regatear; y las llamadas a la oración de la mezquita de La Koutobia son la banda sonora de un Marrakech que, además, se ha metido de lleno en el siglo XXI.

 

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Lo ha hecho gracias a lugares tan maravillosos como el Museo Yves Saint-Laurent, las elegantes tiendas y restaurantes de estilo europeo del barrio de Gueliz o sus hoteles, varios de los cuales se encuentran entre los mejores del mundo, y entre cuya amplia oferta destacan los riads, alojamientos de corte tradicional que fusionan la proverbial hospitalidad de la ciudad, con el lujo y la atención por el detalle más refinados.

 

Los tesoros sin fin de las ciudades de Marruecos | Tu Gran Viaje
© Tu Gran Viaje

 

Tesoros y kasbahs

La magnitud de la herencia cultural marroquí tiene un claro exponente en las numerosas distinciones de la UNESCO: nada menos que nueve Lugares Patrimonio de la Humanidad y seis Patrimonio Cultural Inmaterial.

 

 

Entre los primeros, además de los que ya hemos mencionado, están la medina de Tetuán, pequeña pero tal vez la más tradicional de todas, de fuerte sabor andaluz; la medina de Essaouira, la antigua Mogador, tambén conocida como “la novia del Atlántico”, por donde han pasado los artistas más famosos del mundo y ha sido escenario de numerosos rodajes de cine y televisión; la ciudadela portuguesa de Mazagán –que hoy forma parte de la ciudad de El Jadida– a unos 90 kilómetros al sudoeste de Casablanca, un fuerte colonial construido por los portugueses a principios del siglo XVI en la costa del Atlántico y que es uno de los ejemplos más tempranos de la arquitectura militar renacentista. 

 

 

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Y, por último, el Ksar de Ait Ben Hadu. Este impresionante conjunto es la principal escala de otra de las grandes experiencias de viaje que solo podemos vivir al viajar a Marruecos: la ruta de las Kasbahs, que transcurre por el Alto Atlas y el Valle del Draa, descubiendo antiguas fortalezas y palacios de adobe que narran la historia de las tribus Amazigh.

 

 

El Ksar de Ait Ben Hadu, a unos 30 kilómetros de Ouarzazate, está formado por un impresionante conjunto de edificios amurallados datados sobre todo en el siglo XVI -aunque la ciudad tiene su origen en el 757, cuando la fundó Ben Haddou. Este ksar es una de las mejores muestras de la arquitectura tradicional del sur de Marruecos, construcciones geométricas de adobe y ladrillo, concebidas como residencia y defensa, y listas para combatir los rigores del clima de la zona, y que ha sido escenario de rodaje de famosas películas y series de televisión. Otras kasbahs que destacan en la ruta son la de Taourirt, en Ouarzazate, y la de Amridil, en Skoura.

 

 

Los mil y un sabores de la gastronomía marroquí

La sabrosa gastronomía de Marruecos es una de las más ricas, en todo el sentido de la palabra, del mundo. La mezcla de influencias de lo más variadas, asimiladas durante siglos -árabes, amazigh, andaluzas, mediterráneas y también africanas-, y una excelente despensa de productos, a años luz en sabor de los estandarizados ingredientes de nuestras cocinas, hacen que comer en Marruecos sea todo un viaje sensorial del que no saciarse nunca: una cocina repleta de sabores, colores y aromas que capturan la esencia del país.

 

Entre las numerosas propuestas de la cocina tradicional marroquí, ya tres que son imprescindibles y que no se pueden dejar de degustar en cualquier viaje a Marruecos: el cuscús, el tajín y la pastilla. El cuscús es un plato contundente, realizado con sémola de trigo cocinada al vapor y acompañada de una variedad de carnes, verduras y garbanzos. El tajín, cocinado con mimo y paciencia en el recipiente de barro que le da nombre, es un sabroso plato de carne con verduras, frutos secos y especias; y la pastilla es una delicia, un hojaldre relleno de carne de paloma o pollo, almendras y especias, cubierta de azúcar glas o en polvo y canela, y que bordan en los restaurantes portátiles de la plaza de Jmaa el Fnaa de Marrakech.

 

 

Y todos estos platos los podemos acompañar de una harira, una sopa tradicional, hecha con tomate, lentejas, garbanzos, carne y especias, servida con dátiles y pan, que se consume sobre todo en Ramadán, pero que es también un entrante ideal para cualquier comida del día. Para terminar, nada como un delicioso té y un sabroso postre: los chebakia (dulces fritos con miel y sésamo), las kaab el ghzal (galletas rellenas de pasta de almendras) y el baghrir (crepes) son el broche perfecto.

 

 

Y otra presencia constante de la gastronomía marroquí son las especias, que se encuentran por doquier en los puestos y tiendas de los zocos de Marruecos. comino, jengibre, cúrcuma, azafrán, canela y cilantro que llenan de aroma y sabor los platos y alegran los sentidos al contemplar los coloridos sacos que las contienen y que forman una de las estampas más reconocibles de las medinas marroquíes.

 

 

Playas de ensueño

Bañadas por las aguas del océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, muchas de las playas de Marruecos se encuentran entre las mejores del continente africano. En la vertiente atlántica, Agadir es la capital del turismo náutico marroquí. Con sus aguas agitadas por los vientos, Agadir es un auténtico paraíso para los surfistas, que también disfrutan de las aguas de Taghazout, un cercano pueblo de pescadores.

 

En Tánger, bañada por el Mediterráneo y con vistas al Estrecho de Gibraltar, hay una amplia gama de opciones de ocio y actividades acuáticas. Otra escala imprescindible para disfrutar de las mejores playas de Marruecos es Essaouira, donde las hay para todos los gustos: desde lagunas tranquilas hasta acantilados resplandecientes y extensas playas de arena. Conocida como la ciudad del viento, es un punto de referencia para los entusiastas del surf, kitesurf y windsurf.

 

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Por su parte Casablanca, con sus excelentes playas urbanas, ofrece largas franjas de arena bañadas por tranquilas aguas, especialmente en la costa de Ain Diab. Por último, al sur del país se encuentra la península de Dakhla. Sus playas, rodeadas por dunas, son un verdadero remanso de paz. La playa PK25 es la preferida de las familias, mientras que los amantes de los deportes náuticos se orientan hacia Foum el Bouir. Dakhla, la capital, es una ciudad famosa por su laguna y sus paisajes naturales que se asoman al Sáhara, como el manantial de Asma y la famosa Duna Blanca.

 

 

Planes de turismo activo y de aventura en Marruecos

Esta variada riqueza de Marruecos se extiende también a la oferta de turismo activo y de aventura. La colección de ecosistemas tan diversos entre sí -oasis en el desierto picos nevados, frondosos bosques, pecios marinos, cauces milenarios…- hacen que las actividades de las que disfrutar durante nuestros viajes a Marruecos sean tan diversas y emocionantes como el propio país. Así, podemos realizar fantásticas rutas por el desierto: el Sahara es un lugar fascinante para aventurarse en recorridos en camello o 4×4. Las dunas de Merzouga y las de Erg Chebbi son especialmente populares para experiencias de camping bajo las estrellas, safaris en quad y paseos en dromedario.

 

 

Desde hace siglos, miles de kilómetros de rutas atraviesan el país, y son la mejor manera de llegar a parajes impresionantes. Las montañas del Alto Atlas, con el pico Jebel Toubkal, la montaña más alta del norte de África, como protagonista, ofrece rutas para todo los niveles de senderistas, desde simples aficionados a caminar en la naturaleza a deportistas profesionales. Las Gargantas del Todra, con sus impresionantes cañones, son otro destino excelente de rutas y escaladas.

 

 

Junto con el desierto del Sáhara, la cordillera del Alto Atlas es el gran tesoro natural de Marruecos, y allí son numerosos los planes para los viajeros más activos. Muy cerca de Marrakech está la estación de Oukaïmeden, el principal centro de deportes de invierno de Marruecos. A 2.600 metros de altitud y con veinte kilómetros de pistas, los visitantes pueden disfrutar de esquí y snowboard en las montañas nevadas.

El valle de Ourika, en el Alto Atlas, y el Parque Nacional de Talassemtane, en el Rif, son idóneos para realizar rutas escénicas, bien de senderismo o en bicicleta. Y, para los aficionados al parapente, as montañas del Medio Atlas y el Rif ofrecen condiciones excelentes para su práctica; y la región de Chefchaouen, con sus hermosos paisajes montañosos, es espectacular.

 

 

De compras en Marruecos

De artesanías tradicionales realizadas con cuidadosos procesos que se han mantenido durante siglos, a las mejores marcas, presentes en sofisticadas boutiques de las principales ciudades, la experiencia de compras en Marruecos satisface al viajero más exigente.

 

 

Su artesanía tradicional, bellísima y con vocación de perdurabilidad, está distinguida por la UNESCO como muestra del Patrimonio Cultural intangible de la Humanidad, como lo es otra de las compras típicas de Marruecos, los productos realizados con argán, el aceite vegetal cuya extracción y manipulación es realizada por métodos tradicionales transmitidos de generación en generación, y que se usa con fines alimenticios, médicos y cosméticos. 

 

 

Pero esa fusión y variedad que, hemos visto, define todas las experiencias de viaje en Marruecos se extiende, también, a las compras. Casablanca y Marrakech son desde hace siglos ciudades comerciales, y esa herencia se traduce hoy en su papel como auténticos paraísos para las compras donde, además de estas compras tradicionales, podemos encontrar tiendas de renombre internacional y centros comerciales de altísima categoría.

 

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En Casablanca, hay que visitar el distrito de Mâarif, ideal para ropa, zapatos y joyas. Para moda de lujo, la visita nos conduce al Triángulo de Oro, conocido por sus marcas internacionales y Concept Stores, es el lugar para las compras de grandes marcas internacionales. Y en el Boulevard la Corniche, el centro comercial Anfa Place, uno de los más grandes del continente, cuenta con 350 tiendas y es perfecto para compras en solitario o en familia.

 

 

Marrakech, además de las tentaciones infinitas que atesoran los puestos de los zocos de la Medina, hay que pasear por las elegantes calles del barrio de Gueliz, a un paso de la medina. Allí, numerosas galerías de arte, cafés de especialidad y restaurantes internacionales coexisten con excelentes boutiques, tanto de grandes marcas como de diseñadores de moda locales, que demuestran el ímpetu y la calidad de la moda marroquí.

Y es que Marruecos tiene mil caras que siempre sorprenden a los viajeros, ya sea en su primer viaje a Marruecos o hayan visitado el país en infinidad de ocasiones. Porque Marruecos es un mosaico de experiencias que combina historia, cultura y naturaleza. Desde las majestuosas ciudades imperiales hasta las rutas cargadas de historia y los paisajes deslumbrantes, este país enriquece el alma de cualquier viajero: es uno de los más increíbles Grandes Viajes.