La belleza de Italia en estado superlativo y la herencia de algunos de los más grandes talentos de su cultura nos esperan en la bulliciosa Padua, la joya del norte de Italia.
A medio camino entre Verona y Venecia, la ciudad de Padua merece una parada para descubrir la capilla medieval más hermosa del mundo, realizada por Giotto; comprobar el fervor religioso de los peregrinos de San Antonio; admirar la belleza arquitectónica y artística del Baptisterio o del Palacio de la Razón; alucinar con el teatro anatómico más antiguo de Europa o, simplemente, caminar por su complejo entramado de calles bordeadas de soportales para acabar tomando un exquisito “pedrocchino” en el café más famoso de esta atractiva ciudad estudiantil del norte de Italia.
El asombroso teatro anatómico de la Universidad
Pensando en las primeras lecciones de anatomía que se impartían en las universidades más antiguas de Europa, resulta admirable como se ha podido conservar el teatro anatómico de Padua. Este espacio se creó en 1595 dentro del Palazzo del Bo, sede de la Universidad, y milagrosamente sigue ahí, en una sala sin luz natural ni espacios abiertos.
Se trata del teatro anatómico permanente más antiguo donde los estudiantes empezaron a estudiar el cuerpo humano, que normalmente correspondía al de hombres y mujeres delincuentes o de mala vida, gracias a una bula papal que permitía diseccionar los cuerpos de extranjeros ajusticiados en Padua.
En la sala había seis niveles de menos de un metro de altura donde estudiantes y algunas autoridades, éstas en el primer nivel, podían seguir las prácticas de esta disciplina. No podían estar de pie: solo les alumbraba un juego de antorchas, pues no entraba luz natural ni existían ventanas en este habitáculo, y se asegura que estas clases duraban en ocasiones tres días seguidos con sus correspondientes noches, lo que provocaba un olor nauseabundo.
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Hoy se accede a este teatro anatómico en grupos reducidos, pues el espacio es pequeño, y los visitantes siguen asombrándose al comprobar las dimensiones de este diminuto anfiteatro de madera con forma de embudo repleto de estrechos bancos. Si los alumnos se desmayaban, no podían caer al suelo, pero todos ellos tenían visibilidad hacia el espacio central inferior donde el profesor se acomodaba en un sillón junto a una mesa donde se colocaba el cadáver.
Scrovegni: la capilla medieval más hermosa del mundo
La Capilla de los Scrovegni, financiada por Enrico Scrovegni en 1303, está considerada una de las grandes joyas de la historia del arte por sus pinturas al fresco. Su autor, el maestro toscano Giotto, realizó esta obra cumbre con diversos temas bíblicos en los que queda patente su estilo único que revolucionó el lenguaje de la pintura occidental: los colores y la luz, la poesía y el patetismo, el hombre y Dios, la humanidad y la fe, la naturaleza y la historia.
Con un fragmento sobresaliente entre todos los frescos: el grandioso Juicio Final. No es de extrañar que ilustres personajes de la historia, como Dante, Leonardo Da Vinci o Bocaccio, consideraran que con Giotto y su revolucionario tratamiento de la pintura había concluido la Edad Media. Los grupos que acceden a esta visita son reducidos, por lo que conviene reservar las entradas por internet.
En barco por el canal histórico de Padua
En un bote tradicional veneto, más antiguo que las famosas góndolas venecianas, es posible recorrer un tramo del río Piovego bordeando las murallas que defendían Padua de los ataques enemigos en el siglo XVI.
A partir de Golena San Massimo se sigue por el histórico canal que conducía a Venecia después de unos 35 kilómetros de navegación, con el león de San Marcos, símbolo de la República Veneciana, siempre presente en los edificios próximos al curso del Piovego.
La excursión, que termina en Porta Venezia después de unos 40 minutos de viaje por la aguas, se puede realizar de abril a octubre y cuesta 10 euros por persona. Más información, en www.amissidelpiovego.it
El histórico Café Pedrocchi
Este símbolo del Padua moderno nació por iniciativa de un famoso famoso fabricante de café, Antonio Pedrocchi, quien decidió convertir una pequeña tienda recibida en herencia de su padre, en un llamativo edificio con diversos estilos, cerca de la sede histórica de la universidad.
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El local permaneció abierto de día y de noche desde 1831 a 1916, de ahí que recibiera el sobrenombre de “café sin puertas”. Diseñado por el arquitecto Giuseppe Jappelli, fue lugar de encuentro de encuentro de poetas, escritores, hombres de negocios y patriotas, y también de estudiantes que podían permanecer en la sala verde sin necesidad de consumir. Todavía hoy, este espacio permanece intacto y puede verse a muchos paduanos leyendo el periódico sin tomar su apreciado café.
La primera planta del Café Pedrocchi, inaugurada en 1842, es hoy habitual escenario de fiestas, bailes, reuniones y encuentros de negocios. La planta baja, destinada a cafetería, se caracteriza por una sucesión de salas (verde, amarilla, blanca y rosa) que deben su nombre al color de la tapicería. Su carta de delicias es muy amplia, pero destaca sobre todo el “pedrocchino”, un café hecho con menta, crema y cacao.
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La sublime belleza del Baptisterio
Simplemente espectacular por sus hermosos frescos que narran la vida de Jesucristo, María y San Juan. Se encuentra al lado del Duomo y destaca por su planta cuadrada y su cúpula circular, donde se hallan las escenas más impactantes que trazó su autor florentino, Giusto dei Menabuoi, en la recta final del siglo XIV. Para quedarse boquiabierto ante tanta expresividad y cromatismo…
El reloj de la Plaza de los Señores
En la hermosa Plaza de los Señores hay que detenerse ante la fachada del Palazzo dei Capitanio y admirar su reloj, el astrario de Dondi, uno de los primeros relojes mecánicos y el más avanzado de su tiempo.
Lo creó Giovanni Dondi, médico, astrónomo y profesor de filosofía y lógica en la Universidad de Padua durante el siglo XIV. La pieza reproduce el movimiento de los siete astros, los planetas, el Sol y la Luna, siguiendo el modelo ptolomeico de los egipcios.
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El mayor salón medieval de Europa
Este palacio se erige en el medio de dos de las plazas principales, la Plaza de la Fruta y la Plaza de las Hierbas, y fue construido en 1218 para albergar la Sala de Consejo y el Tribunal de Justicia. Su piso superior, conocido como “El Salón”, fue decorado con una colección de frescos de Giotto, pero las pinturas se perdieron en 1420 a causa de un incendio y fueron sustituidas por 333 paneles de Nicola Miretto.
En el interior destaca la escultura de un gran caballo de madera (5,75 metros) del siglo XV, la Piedra de la Vergüenza, colocada en 1231 para castigar a los deudores insolventes, y el péndulo de Galileo, el célebre astrónomo que ejerció como profesor en la Universidad de Padua. Esta estancia fue considerada el mayor salón medieval de Europa por sus dimensiones: 81 por 27 metros.
La Basílica de San Antonio
El monumento más visitado de Padua, donde se custodia y se venera el cuerpo de San Antonio, destaca en el exterior por sus ocho cúpulas, dos de ellas bizantinas, y por su complejidad de estilos arquitectónicos en su conjunto: románico, gótico y barroco, fundamentalmente.
La basílica se comenzó a construirse tras la muerte del santo el 13 de junio de 1231, y bastó solo un año para que fuera canonizado (el 30 de mayo de 1232) en uno de los procesos más rápidos de la historia. San Antonio es el único santo nacido en Portugal, y en 1946 fue proclamado doctor de la Iglesia durante el Pontificado de Pío XII.
En el interior de la iglesia los peregrinos pueden acercarse y tocar la tumba de San Antonio de Padua en la Capilla del Arca; admirar el altar mayor dominado por un gran crucifijo, un monumental candelabro y 30 estatuas de bronce realizadas por Donatello; descubrir 80 imágenes diferentes de la Virgen; observar los magníficos altorrelieves en mármol que narran episodios de la vida y milagros de San Antonio y ver las tres principales reliquias del santo: la lengua incorrupta, el mentón y los cartílagos laríngeos de su aparato vocal.
En la actualidad viven 54 frailes franciscanos en este complejo, que depende directamente del Vaticano y no de la ciudad de Padua. Cabe recordar que la Basílica de San Antonio es el segundo santuario cristiano de Italia en número de peregrinos, tras la Basílica de San Pedro.
VIAJAR A PADUA. INFORMACIÓN PRÁCTICA
¿Cómo llegar? La mejor forma de llegar a Padua es desde Venecia en tren. El trayecto no rebasa los 40 kilómetros y cuesta desde 5 a 16 euros. Más información, en https://italiatren.com/es
¿Dónde dormir? Hotel Europa, con 80 confortables habitaciones en el centro de la ciudad y restaurante en la antigua trattoria Zaramella, contigua al hotel, recomendado por la guía Michelin.
Más información:
https://www.italia.it/es/busca?q=padova
www.padovanet.it