En estas semanas finales del invierno es cuando la Ibiza más tradicional se convierte en la auténtica protagonista de una escapada viajera que enamorará a cualquier viajero. Bienvenidos a Ibiza en invierno.
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La isla de Ibiza es, en febrero y marzo, un enorme mar de flores de almendro: En estos meses del año, cuando no hay apenas turistas, es cuando el que viaja a Ibiza la disfruta como merece, cuando su auténtico carácter -balear y payés, que la define tanto como el de la fiesta del verano- está más vivo que nunca. Es el momento perfecto para hacer senderismo por el interior, para regalarse una de las “caída de la hoja” más bellas y particulares, la de los almendros en flor.
Para, en definitiva, enamorarse hasta los huesos y para siempre de Ibiza. Y no faltan en estas semanas donde la primavera es, ya, más que una promesa, la buena gastronomía y el disfrute de las costumbres populares antiguas y ricas, los paseos por campos de almendros dónde sólo se escuchan balidos y algún tractor, y un mar se sabe tranquilo y olvidado por los turistas…
Ruta por el interior de Ibiza
Descubrir el interior de la isla en bicicleta es lo mejor que se puede hacer en esta época del año, nada masificada, donde la mejor fiesta del mundo aún no ha llegado pero sí la espectacular floración de los almendros: hay que descubrir esta Ibiza payesa realizando la Ruta de Es Plans (que también puede realizarse a pie, o visitando sus puntos de interés en coche).
Y otros dos lugares a descubrir en esta temporada calma sin multitudes, ni agobios, ni prisas son la cueva de Can Marça, un paraje natural espectacular, y la playa de Sant Miquel, desierta para pasear por ella, y tanto en el puerto como en el pueblo se podrá dar buena cuenta de un pambolí o un pescadito…
Y, desde luego, ¿cómo no emocionarse al descubrir el mayor tesoro natural de la isla, el parque natural de Ses Salines? Se extiende por casi todo la parte sur de Ibiza, el norte de Formentera y los islotes que separan ambas islas-, además del espectáculo Patrimonio de la Humanidad que son las praderas de posidonia de su lecho marino, se conservan restos de la época de los fenicios como el poblado de Sa Caleta, entre Es Codolar y el Puig des Jondal y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999, y vestigios de épocas más recientes pero igual de interesantes, como la torre de vigilancia del siglo XVI de Sal Rossa, la pequeña iglesia de Sant Fracesc de s’Estany, la iglesia de Sa Revista -un templo modesto pero precioso, donde rezaban los salineros, junto a la playa de Es Cavallet- y la torre de Ses Portes, todas ellas del XVIII.
Las playas de Ibiza fuera de temporada
Y como decir Ibiza es, siempre, decir también Mediterráneo, es imposible no emocionarse ante la quietud de sus playas, que nos parecerá que existen solo para nosotros: Es Cavallet, Ses Salines o Es Codolar. Y no nos olvidemos de que el turismo más activo tiene también su escenario en esa joya del ecosistema ibicenco que es la Reserva Natural de los Islotes de Poniente, con sus fondos, excepcionalmente bellos y muy indicados para la práctica del buceo. Decididamente, el invierno en Ibiza es un invierno diferente y cautivador…
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