La Habana es una ciudad para perderse en ella. Eso le sucedió a Ernest Hemingway, el premio Nóbel de literatura, que marcó el mapa de la ciudad con hitos imprescindibles en la biografía de ambos, ciudad y escritor. Descubramos el rastro de Hemingway en La Habana.

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Ernest Hemingway ya era un escritor y reportero consagrado y conocido en todo el mundo cuando cambió la Gran Vía del Madrid de la Guerra Civil por el Paseo de Prado de La Habana. El estadounidense visitó la ciudad por primera vez en 1932, aunque no fue hasta 1939 que se instaló definitivamente en ella: en el Hotel Ambos Mundos (Calle Obispo No. 153 esquina a Mercaderes, Habana Vieja), su residencia en la ciudad, la habitación en que se alojaba se conserva según la dejó el escritor, y es una atracción turística muy frecuentada.

 

hemingway en la habana-tu gran viaje

 

En 1940 se mudó a Finca Vigía -una preciosa residencia sobre una colina en el pueblecito de San Francisco de Paula, en las afueras de la ciudad-, que pronto se convirtió para él en un lugar mágico, al que siempre consideró su hogar y donde escribió sus mejores obras: Por quién doblan las campanas, El viejo y el mar… Hoy la finca, convertida en el Museo Hemingway, está abierta al público, y se ha conservado prácticamente igual a como la dejara el escritor en 1960.

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El mobiliario, los trofeos de caza, los miles de volúmenes atesorados en la biblioteca… Todo puede contemplarse desde el exterior –no se permite la entrada en la casa: la visita se hace mirando a través de los amplios ventanales de la residencia, algo que en absoluto impide apreciar los detalles- y deleitarnos, como hacía Hemingway, con la panorámica:

Del otro lado de la bahía, la antigua iglesia amarilla y el desparramo de las casas de Regla, casas rosadas, verdes y amarillas… y detrás de todo ello, las colinas grises próximas a Cojimar.

La ruta de Hemingway en La Habana: “Mi mojito en la Bodeguita y mi daiquirí en el Floridita”

Con todo, y un premio Nobel mediante, Ernest Hemingway ha pasado a la historia de La Habana por una frase: “Mi mojito en la Bodeguita… y mi daiquirí en el Floridita”. La frase se exhibe manuscrita y enmarcada detrás de la barra de La Bodeguita del Medio (C/Empedrado, 207, Habana Vieja), cantina popular y legendaria convertida ya en un escenario imprescindible en cualquier estancia en la ciudad.

 

Estatua de Ernest Hemingway en la barra del Bar Floridita de La Habana, Cuba
Bar Floridita, La Habana

 

Ron, limón, hierbabuena y azúcar en su justa medida forman un arma imbatible para reponerse del calor y dirigirse al otro punto del itinerario coctelero de Hemingway, el Floridita (C/ Obispo, 357, Habana Vieja), más elegante, igual de mítico, donde una escultura ubicada en el extremo izquierdo de la barra -en el rincón dónde el escritor se acodaba- da la bienvenida y parece dispuesta a aceptar una invitación a un daiquirí.

 

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La escultura de bronce es de tamaño natural, viste ropas informales y calza enormes y cómodas sandalias, mientras sus gafas reposan sobre las páginas de un libro abierto. Así, no queda más que levantar nuestro trago y brindar a la salud del genial escritor y recordar por siempre el rastro de Hemingway en La Habana.

Tu Gran Viaje a La Habana