Viajar en Navidad es hacerlo en una época del año repleta de planes. Y entre ellos, los de tres grandes ciudades apasionantes: Lisboa, Nueva York y Río de Janeiro.
Lisboa, navidad sin saudade
Lisboa ha cambiado su fondo de armario de arriba a abajo en estos útimos años y está, como tal vez nunca lo haya estado, de moda. La rúa Garret luce como nunca, las calles del Chiado, Alfama y Bairro Alto se han poblado de hoteles boutique, coctelerías, barberías y talleres de artesanos, y las multitudes siguen poblando el Café de A Brasileira y haciéndose selfies con la estatua de Fernando Pessoa, haciendo cola para subir al tranvía 28 y llenando las terrazas de los miradores de Santa Catalina o Santa Lucía pero ahora, también, las del Time Out Market, el antiguo mercado da Ribeira, reconvertido en el centro gastro de moda de la ciudad.
Y durante la Navidad, Lisboa refulge aún más: sobre todo en su centro neurálgico, esa plaza del Comercio adornada con su icónico ya árbol de navidad tradicional y que tiene como fecha grande la del 31 de diciembre, en cuya medianoche millares de lisboetas y visitantes despiden el año con champán y uvas (pasas, eso sí).
La Navidad en Nueva York
Pocas fiestas navideñas tienen más poder de seducción que las de Nueva York, repleta de escenas icónicas. La Navidad en Nueva York no se entiende sin pasear por las abarrotadas aceras de la Quinta Avenida ante las auténticas obras de arte en que se transforman los escaparates de sus tiendas de lujo, contemplar a las parejas tomadas de la mano patinar sobre hielo en el Rockfeller Center bajo la sombra del árbol de Navidad, o ser testigos de la cuenta atrás hacia el nuevo año en Times Square, son experiencias inolvidables. Además, la Gran Manzana se puebla de mercados de navidad: el del Winter Village del Bryant Park y los de Columbus Circle y Union Square son los más interesantes.
Río, mais que nunca
Se acabó el suspirar (o rabiar) de envidia ante el televisor contemplando cómo se festeja la Nochevieja en las playas de Río de Janeiro: este año, el turno es nuestro. Convertise en uno de los más de dos millones y medio de cariocas que celebran el fin de año en la playa de Copabana llena de esperanza en el año nuevo a cualquiera.
El Reveillon arranca a las ocho de la tarde con actuaciones musicales en los diferentes escenarios ubicados a lo largo de la playa y que tiene su apogeo en los castillos de fuegos artificiales que se lanzan desde los barcos varados en la bahía de Río. ¿Las mejores panorámicas para contemplar el espectáculo si no nos gustan las multitudes? Pues a bordo de cualquiera de las embarcaciones que llenan la bahía, desde la noria del Fuerte de Copacabana –al final de la playa- o desde los miradores del barrio de Santa Teresa.
