No todo en Zúrich es la hermosa ciudad medieval ni la magnificencia de los grandes edificios de la banca y las tiendas más lujosas del mundo. Al oeste de la ciudad una vieja zona industrial se está convirtiendo en un barrio vibrante y lleno de posibilidades: bienvenidos a Zúrich West.

Las vías de tren atraviesan Zúrich West por un puente largo y de altos arcos de piedra robusta, el Viadukt, que tiene el estilo práctico y rotundo de cierta ingeniería de finales del siglo XIX, con un encanto nostálgico, pero no con lo que podríamos denominar una belleza convencional. Los trenes siguen pasando por allí, pero cerca de las vías hay ahora una calzada por la que los zuriqueses pasean y hacen deporte.

 

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Pistas para hacer deporte en el Viadukt, con un silo de grano al fondo © Carmelo Jordá

 

Bajo los grandes arcos los toscos almacenes y los viejos talleres han sido sustituidos por una colección de locales entre los que hay restaurantes con un toque chic, espacios para cursos de yoga o pilates y tiendas de moda a la ultimísima en las que hay que gastarse un par de miles de euros para salir a la calle convertido en todo un icono del estilo, aunque el observador menos avezado en los intríngulis de lo fashion pueda confundirte con un pordiosero.

 

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A la entrada del barrio y también junto al Viadukt se encuentra un moderno mercado que mezcla la arquitectura más vanguardista con la arcada del propio puente. El Markthalle ofrece productos gourmet, alimentos ecológicos, algo de comida para llevar y pequeños caprichos, además de otro restaurante francamente recomendable, Restaurant Markthalle, con productos del propio mercado en elaboraciones sabrosas y muy bien presentadas.

 

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Markthalle, el mercado gourmet bajo el Viadukt © Carmelo Jordá

 

El puente, el mercado, sus restaurantes y sus tiendas son el ejemplo perfecto de un barrio -Zúrich West- que está inmerso en los últimos años en un profundo proceso de cambio gracias al que ha pasado de ser una zona industrial y un tanto deprimida a una barriada perfecta para pasear y que está llena de espacios culturales y deportivos, complejos residenciales de alto nivel, zonas verdes y todo tipo de opciones gastronómicas de los más variados estilos y precedencias.

Lo mejor es que el proceso aún está en marcha y se puede contemplar como está desarrollándose la transformación, lo que hace de Zúrich West un lugar con carácter diferente, que además se diría que se está intentando preservar o, al menos, no dejar morir del todo: hay un esfuerzo consciente por conservar una parte de ese pasado.

Así, en prácticamente el centro de la zona sigue funcionando una gigantesca fábrica de turbinas para aerogeneradores a la que llega una vía de tren que todavía se usa de vez en cuando, y algunos edificios se han reformado para nuevos usos, pero dejando que aún se vea con claridad el que tenían antes. Es el caso del Schiffbau, una antigua fábrica de barcos -y un ejemplo de preciosa arquitectura industrial de ladrillo de principios de siglo- que hoy en día da cabida a un restaurante, un teatro y un oscuro e interesante Club de Jazz que ofrece conciertos diarios.

Más espectacular aún es, probablemente, el Puls 5, un enorme complejo de oficinas, espacios para eventos y restaurantes que tiene en su interior una gran plaza pública en la que la gente pasea, patina o, simplemente, baja unos minutos a tomar algo de fresco y despejarse de su trabajo. Hasta ahí nada verdaderamente excepcional, pero es que esa plaza está en lo que era una gigantesca fundición, y aún podemos ver buena parte del esqueleto y algunas de las máquinas de la vieja industria, con un aspecto ajado y oxidado que ofrece un llamativo contraste con las líneas limpias y puras del resto del edificio.

 

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Puls 5, un edificio de oficinas construido en lo que era una fundición © Carmelo Jordá

 

Zúrich West quiere ser alternativo, ecológico y reciclable, y probablemente en ningún sitio lo es tanto como en el Frau Gerolds Garten, un jardín, restaurante y mini centro comercial de tiendas de artesanos que se puso en marcha de forma temporal en un solar abandonado y con unos cuantos contenedores de barcos, como los que se han usado para la cercana flaghship store de la famosa marca de bolsos y mochilas Freitag.

Ubicado a los pies de la Prime Tower, el rascacielos que es el edificio más alto de la ciudad, Frau Gerolds Garten se ha consolidado allí y ese contraste entre la gran mole de cristal y el jardín casi improvisado y en el que todo parece provisional es la mejor metáfora de lo que es Zúrich West: un espacio en constante cambio, moderno entendiendo la modernidad de formas muy variadas, en el que es posible cruzarse con gente muy diferente desde los ejecutivos hasta los hípsters veganos y, sobre todo, con esa vitalidad que se puede encontrar en muy pocas ciudades de Europa, sólo aquellas que atraviesan y superan con éxito grandes procesos de transformación. Como Berlín, en la que es inevitable pensar cuando se pasea por este barrio zuriqués que está claro que mira más a la capital germana que a las bellas ciudades medievales y las hermosas montañas que lo rodean.

 

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