Próspera, lúdica, verde, azul: Ginebra, la arrebatadora y sorprendente ciudad suiza, nos espera con múltiples caras.

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Llegar a Ginebra sorprende: no es lo que te esperas. Esta ciudad suiza, ubicada al sur del lago Lemán y custodiada por los Alpes, con el Mont Blanc de telón de fondo, es sede de la ONU de Europa y la Cruz Roja, escenario donde se ubican las sedes de los bancos más importantes del mundo, y punto neurálgico de la diplomacia; también es cuna de los maestros relojeros suizos. Pero tiene otra cara: la del ocio, la lúdica, la distendida, la verde, la divertida; Ginebra nos espera con un conjunto de atractivos que llegan -y nos llevan- mucho más allá del business.

 

Pilar Carrizosa, la autora del reportaje, en Ginebra

 

La otra cara de Ginebra

Para aquel que viaja a Ginebra por primera vez, la mejor opción para moverse es el Geneva City Pass, que permite ir en tranvía, metro, barco o tren cualquier parte de la ciudad y además obtienes descuentos en atracciones turísticas. En nuestro caso, elegimos otra idea: el tuk-tuk, una experiencia divertida con la que te infiltras por los recovecos, para perderte y disfrutar a tu aire.

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Lejos de encontrarte con un downtown o núcleo financiero salpicado de rascacielos, en Ginebra el contexto es otro: te recibe el majestuoso Lago Leman, que, con 73 kilómetros de longitud y 12 de ancho, es el mayor lago de Europa Occidental. El lago, una cuenca excavada por las aguas del río Ródano, alcanza los 310 metros de profundidad máxima, y está salpicado de barcos de recreo que separa en dos rivieras, derecha e izquierda, sobre el Puente Mont blanc. Una montaña custodia los edificios, que albergan una pasarela de marcas relojeras de lujo y un ecléctico backstage de gentes.

Foto de Johan Mouchet en Unsplash

 

En el tramo izquierdo de la Riviera está el shopping de moda de lujo, principalmente la rue de Rhone; los restaurantes más caros, en plaza de Molard, y el mercado más exclusivo de productos gourmet, Globus, condensa lo más TOP a nivel gastronómico. En la plaza de Bel-Air están los bancos, y el pasaje principal del comercio es la Calle de la Confederación.

 

 

Una vez localizados los puntos, paramos el tuc tuc para una instantánea fotográfica: un bello tapiz floral que emerge del suelo. Es el reloj de flores, elaborado con más de 6.000 plantas y flores naturales (1955, en conmemoración a los maestros relojeros). A unos metros, llegas al borde del lago y un malecón paralelo a los pies de los Jardines del Inglés, invita al deporte: la gente corre, va en bici, pasea, los tumbados al sol o en charla distendida descansan a su aire. Es el centro neurálgico del disfrute urbano.

 

Foto de Xavier von Erlach en Unsplash

 

De pronto un momento inesperado: uno de los 18 pianos repartidos por la urbe donde, si eres docto en la materia, tocas el piano y amenizas la velada al transeúnte. Mientras, la vista alcanza a los barcos que hacen el trayecto desde la costa para saborear Ginebra desde otro ángulo. En ese instante, otro golpe de impacto: un enorme chorro de agua sube con vigor hasta los 140 metros de altura y 500 litros de agua por segundo en medio del Lago: es el Jet d’Eau, uno de los monumentos más importantes y símbolo de fuerza de Ginebra.

 

Foto de Serhat Beyazkaya en Unsplash

 

El primer Jet d’Eau de 1886 se ubicaba en el centro del Lago, y era la válvula de seguridad de una red de energía hidráulica que sólo alcanzaba una altura 30 treinta metros. En 1891, se reconoció su valía estética y ahora forma parte del patrimonio monumental. Otra foto y unos minutos para disfrutar del panorama entre lo verde y lo azul: familias de cisnes en la orilla y una hilera de restaurantes que estimulan al paladar desde una cocina donde la influencia francesa se percibe no sólo en la gastronomía sino en el idioma y en cada detalle.

 

Foto de Kajetan Sumila en Unsplash

 

Unos metros más adelante, El final del paseo  conecta con el centro Wellness Experience Bains Bleus con piscina, chorros termales al aire libre y un hamán interior, donde los ginebrinos y visitantes se relajan. Muy cerca, la nueva playa artificial de Les Eaux Vives que abrió sus puertas en junio de 2019 ofrece completar la vivencia.

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De lejos se escucha el eco del filósofo Rousseau, que al nacer en esta tierra se le rinde tributo desde la isla que lleva su nombre, donde un sinfín de patos y arboleda sobre el río Ródano crean sendos pulmones verdes en la zona deleitando los ojos del que lo observa mientras se sobrepasa el Puente de Bergues.

De camino nuevamente, el tuc tuc conduce al Parc des Bastons, donde el Muro de la Reforma (construido en 1909, de 99 metros de largo y nueve de alto) alojado en una parte de las antiguas murallas del siglo XVI que rodearon la ciudad hasta mediados del XIX, recuerda el IV Centenario del nacimiento de Calvino, teólogo y autor de la Reforma protestante. Allí se ubica la Universidad de Ginebra (1559) y durante el verano se llena de estudiantes por sus famosos cursos de francés.

 

Foto de Ajay Karpur en Unsplash

 

Espíritu rompedor

Dejamos atrás este parque, y callejeando conectamos con el espíritu del street art underground, atravesando el edificio de “Fuerzas Motrices” (ahora hacen exposiciones de arte). Roland, el que pedalea, acaba de terminar su máster en Derecho Internacional y sus explicaciones sobre el terreno hacen que nos infiltremos por unos parajes de arboleda que se abren paso a dos ríos: el Ródano y Arve, confluyendo en una V.

 

Foto de Henry Mwenge en Unsplash

 

Lo curioso es el contraste de sus tonos, del último, blanco por los sedimentos que arrastra de la montaña. Obviamente la foto estrella está en esa reunión fluvial, lo que llaman haber llegado al “Junction“. Cuando hace buen tiempo, la zona congrega a gente que plácidamente disfruta de estas vistas que en algún momento recuerdan al Amazonas.

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Otro salto lleva al Centro histórico y sus 2000 años de historia de la ciudad. Comienza en la rue Staind, donde sinuosas callejas empedradas ascienden a través de escaleras, que sitúan a lo alto de la urbe con look de fachadas del siglo XVIII. Solemne recibe la catedral de Ginebra, del siglo XII, y un cóctel de diversas galerías de arte, tiendas de antigüedades, y museos.

 

Foto de Jonathan Ansel Moy de Vitry en Unsplash

 

El punto y final de la visita a esta parte de Suiza lo pone Carouge, a las afueras de Ginebra: una localidad diferente en estructura urbana, arquitecturas de dos alturas y colores pastel, rincón bohemio de artesanos y tiendas de antigüedades con terracitas para abandonarse nuevamente al deleite.

 

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Guía práctica de Ginebra

Excursión estrella: Chamonix (Francia), a una hora y media de Ginebra cruzas la frontera en bus. A los pies del Mont Blanc subimos a 3842 m en un teleférico, a 45 km hora. Vistas de vértigo sobre la terraza blanca. La gran foto en un día soleado, está en L’Aiguille du Midi.

Un lujo natural: Visita al glaciar, tras un descenso en funicular, 530 escalones llevan a la cueva congelada. Ojo: Tienes que estar en forma, luego tienes que subir los mismos escalones.

Un Must: Símbolo relojero: El museo Patek Philippe. Importante colección de relojes de los S.XVI y XIX con utensilios artesanos del oficio desde que sus creadores diseñaron su marca. 

Guía Gourmet de restaurantes en Ginebra

Restaurant de la Plage des Eaux Vives. Cocina ecléctica con vistas al lago.
Hôtel de Ville Restaurant. Braserie en casco histórico muy interesante.
La Potiniere. Cocina informal.
Cottage Café. De medias raciones.
Geneva Choco Pass. Pasaporte del sabor para conectar con los artesanos chocolateros

Para dormir en Ginebra

Rotary Geneva MGallery. En pleno centro, cerca del Lago Leman. Información y reservas en este enlace

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