Aunque no lo parezca, sí: en Alemania también hay playas. Y, en el caso de las que adornan la costa báltica de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, nos transportan a los años de la Belle-Epoque: melancólicas playas de dunas donde las residencias de verano de las grandes fortunas de la época que se conservan en Usedom y Heiligendamm son el complemente ideal de un paisaje tan apabullante que es, merecidamente, Patrimonio de la Humanidad.
Los acantilados blancos del parque nacional Jasmund, en la isla de Rügen, son famosos gracias a la obra del pintor Caspar David Friedrich; y uno de los destinos más populares de Alemania son los 78 kilómetros de litoral de la isla de Fehmarn, plana como la palma de la mano pero donde las calas y playas vírgenes son un paraíso para las aves y para la práctica del windsurf y el kitesurf y donde -atentos, mitómanos- Jimmi Hendrix actuó por última vez.