Gastronomía, pueblos medievales, naturaleza arrebatadora… los valles del Pirineo catalán son siempre una excelente idea de viaje. Y en invierno, ¡todavía más!

Llegan los meses más fríos del año y con ellos la mágica visión de la nieve cubriendo de blanco el Pirineo catalán. Año tras año, este pequeño milagro abre la temporada de cenar al calor de la chimenea, esquiar, bañarse en aguas termales, adentrarse en bosques con raquetas de nieve, refugiarse en ermitas románicas, visitar preciosos pueblos bajo una nueva luz invernal y, en definitiva, vivir una estación única sin necesidad de viajar demasiado lejos. He aquí todos los encantos que despliega, una temporada más, el Pirineo de Cataluña.

 




Val d’Aran

El histórico aislamiento del más occidental de los valles catalanes forjó en él un carácter único, una lengua propia y unas costumbres arraigadas que aún hoy son respetadas por sus habitantes. El románico, la gastronomía autóctona que tiene como emblema la olha aranesa, los pueblos de altura y algunos de los paisajes invernales más sobrecogedores del Pirineo completan la estampa. Los amantes de la nieve, tienen en Baqueira Beret su particular templo.

 

Agència Catalana de Turisme. Baqueria Beret Marc Gasch

 

Este año, además, estrenan dos nuevas pistas que hacen que el dominio alcance los 170 kilómetros esquiables. A solo 7 kilómetros, Arties es un encantador pueblo con casas de piedra y tejados de pizarra, ideal para dar un paseo o disfrutar de un relajante baño en sus aguas termales.

 

Agència Catalana de Turisme / Ulha Naut d’Aran de nit / Nuria Puentes

 

Vall de Ribes y Vall de Camprodon

La Vall de Ribes y la Vall de Camprodon son la cuna del montañismo catalán. Con un pasado románico glorioso, estos valles siguen siendo el destino predilecto cuando se quieren combinar los deportes de invierno con la cultura, las tradiciones y el buen comer.

Se trata, además, de dos excelentes opciones para el turismo familiar, con posibilidades de ocio para toda la familia: ascender a Núria en cremallera, una excursión con raquetas de nieve, tomar clases en una de las dos nuevas escuelas de esquí de Vallter2000, hacer una excursión al refugio de Ulldeter, aprender sobre la vida rural en la masía de Can Pastoret, visitar al circuito al aire libre de Molló Parc Aventura o dar un paseo por los encantadores pueblos de Beget y Camprodon. La Vall de Camprodon cuenta, además, con el sello de destinación de turismo familiar.




Vall de la Cerdanya

La Cerdanya, en invierno, parece uno de esos cuadros pintados por los impresionistas, con esa luz única bañando sus extensos prados nevados al sol y las ermitas por donde transitaron los peregrinos medievales. Salpicando el paisaje, encontramos escuetas aldeas de piedra donde humean las chimeneas y en las que se perpetúa la cocina tradicional más montañesa. La Molina, estación más veterana del Pirineo, forma junto a La Masella uno de los mayores dominios esquiables de los Pirineos con 131 pistas y un área de 145 kilómetros.




Los amantes del esquí nórdico pueden realizarlo en Lles, Guils Fontanera y Aransa, con espectaculares vistas de la sierra del Cadí y trazados para todos los niveles, mientras que en Gòsol y La Pobla de Lillet (emplazados en la comarca del Berguedà aunque muy cerca de esta zona), descubriréis la vinculación de dichos pueblos con Picasso y Gaudí, respectivamente.

 

Lles de Cerdanya. Agència Catalana de Turisme / Kim Castells

 

Vall de Boí y Valls de l’Alt Pirineu

El Valls de l’Alt Pirineu es el núcleo más tradicional y menos poblado de los Pirineos de Cataluña. Un rincón que ha perpetuado usos ancestrales, con aldeas que se han mantenido intactas y donde la naturaleza, protegida por el Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y por el Parque Natural de l’Alt Pirineu, reina.

 

Sant Climent de Tahull. Agència Catalana de Turisme / Sergi Boixader

 

Los valles d’Àneu, Cardós, Vallferrera, Àssua y Siarb son bellos, tranquilos e imprescindibles en invierno. Vall de Boí, por su lado, es la puerta de entrada al reino natural de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y en sus dominios disfruta de un románico único reconocido como Partrimonio Mundial por la UNESCO, pueblos ricos en tradiciones, nieve perfecta para el esquí, gastronomía de alta montaña y mucha paz. Los amantes de la nieve pueden elegir entre las estaciones de Boi Taüll, Port Ainé, Espot y Tavascan. Visitar el hermoso pueblo de Taüll y el Ecomuseu de la Vall d’Àneu, completarían la escapada perfecta.

Vall de Lord

En este valle prepirenaico abrazado por la niebla, la magia está asegurada. Hay que buscarla en esas poblaciones encaramadas sin miedo en altos rocosos, en el legado medieval dejado por obispos, monjes y proscritos y en todos los matices del blanco que abraza el paisaje en invierno.

Aquí, los apasionados de los deportes de aventura más allá de la nieve están de enhorabuena: además de descender las pistas de la estación de esquí de Port del Comte, pueden iniciarse en el parapente o realizar una ruta de senderismo o BTT entre ermitas, miradores y embalses.

Pasear por los encantadores pueblos de a Sant Llorenç de Morunys y Solsona, visitar el Santuari de la Vall de Lord o contemplar las estrellas desde el observatorio del Castell de Lladurs redondearán la experiencia. Se trata de una zona de turismo rural con muchas propuestas de alojamiento singular y único como La Vella Farga.




 

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