Tierra de mar y prados, la roca modela la cornisa cantábrica, pespuntando uno de los paisajes más bellos de España.
Ya sea gracias al capricho de la naturaleza o al talento y esfuerzo de los artesanos, la piedra es una de las protagonistas del espectacular tramo de costa cantábrica que se extiende entre Euskadi y Cantabria. Los flysch, esas escamas de roca milenarias que la erosión marina ha construido pacientemente en los acantilados y la superficie, adornan gran parte del litoral guipuzcoano: entre Zumaya y Deba está el tramo más espectacular, con los acantilados de Itzurun, en Zumaia, como mayor reclamo: es en esta playa donde la reina Daenerys, el personaje de la serie de televisión Juego de Tronos, desembarca para reclamar su trono.
La mitomanía de esa serie sobrevuela otro paraje impresionante, la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Situada a 35 kilómetros de Bilbao, el “castillo de roca” -eso significa Gaztelugatxe en euskera- es una pequeña isla en forma de cono unida a tierra firme por un puente de piedra, y en cuyo punto más alto, al que se llega por un estrecho camino y ascendiendo una escalera de 241 peldaños en la que rompe el mar, se alza la ermita dedicada a Juan Bautista.
Rutas de piedra de Cantabria
La señorial Castro Urdiales es una parada obligada en cualquier ruta por el Cantábrico, que salta con fuerza en el bufadero que está a los pies de la ermita de Santa Ana, arrancando las carreras de los pequeños y llenando el Instagram de los adultos. Un espectáculo enmarcado por el rotundo cerro de Santa María que domina la villa marinera, sobre el que se alza la espectacular iglesia de Santa María de la Asunción, levantada entre los siglos XIII y XV, y que está considerado el monumento gótico más importante de Cantabria.
Santillana del Mar es otro gran museo de arquitectura al aire libre. A sus calles empedradas se asoman, además de la preciosa Colegiata de Santa Juliana, obras maestras del Renacimiento español como el palacio de los Velarde, las casonas de la Archiduquesa o del Águila, y torres como la de Berreda-Bracho. Casonas, iglesias y torres que nos preparan para la gran maravilla del patrimonio cántabro: la Cueva de Altamira, a un paso del pueblo.
La “capilla Sixtina” del arte rupestre mundial es un tesoro de pinturas con más de 35.000 años de antigüedad y cuyos secretos podemos desentrañar en la Neocueva, el centro de Interpretación de la Cueva de Altamira, un edificio contemporáneo cuya visita se debe reservar con antelación y que alberga una fidedigna reproducción de la cueva. Desde su descubrimiento en 1868, “la capilla Sixtina del arte rupestre” se ha convertido en uno de los yacimientos prehistóricos más famosos del mundo por sus pinturas, y que tienen, las más antiguas, una edad estimada de 35.000 años.
La herencia de los años de esplendor de la Real Fábrica de Artillería, la principal factoría de cañones del imperio español, convierte a Liérganes en uno de los pueblos más bellos y monumentales de Cantabria por su colección de iglesias, palacetes y viviendas construidas entre los siglos XIV y XVIII. Mercadillo, el barrio principal de Liérganes, es Conjunto Histórico-Artístico, repleto de casonas tradicionales de recios muros de piedra palacios, iglesias y capillas y, sobre todo, el Puente Mayor, construido a finales de siglo XVI, que salva las aguas del río Miera y a cuyos pies se sienta, contemplando la corriente, la estatua de bronce del Hombre Pez de Liérganes, protagonista de una de las leyendas más populares del folclore cántabro y punto final de esta escapada.
