El Valle del Guadalhorce, el más importante de Málaga, surge tras cruzar por el desfiladero de los Gaitanes, en el Caminito del Rey, y sigue su camino por las fértiles huertas de sus pueblos, caseríos y casas de labranza entre un auténtico anfiteatro de sierras. Se trata de un destino único en el interior de la provincia malagueña para disfrutar del turismo activo con una peculiar gastronomía y un rosario de villas cargadas de historia morisca y ancestrales tradiciones.

 

Ruta por el Caminito del Rey y otros rincones del Valle del Guadalhorce de Málaga en Tu Gran Viaje
Foto de Miguel Romero González en Unsplash

Más emociones en la Vía Ferrata de El Chorro

Los visitantes que ya conocen el Caminito del Rey y quieren deleitarse con más adrenalina todavía tienen una cita ineludible en la Vía Ferrata de El Chorro. Desde 2018, este recorrido de 650 metros de longitud y 250 de desnivel se puede cubrir entre dos horas y media o tres con algunos puntos que hay que superar como una tirolina de más de 30 metros y dos puentes nepalíes formados por tres cables que permiten guiar al escalador de un punto a otro. La ruta suele estar frecuentada por algunas aves rapaces que suelen nidificar en zonas elevadas de este enclave natural que regala unas vistas magníficas del embalse de las Encantadas.

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La casa-museo de Antonio Gala

Si prefieres algo más tranquilo y cultural, nada como visitar La Baltasara, el museo dedicado a Antonio Gala que abrió sus puertas al publico en mayo de 2022. Esta fue la casa donde vivió y escribió casi todos sus libros hasta 2018 y puedes descubrirla en Alhaurín el Grande con la ayuda de un audioguía en la que Luis Càrdenas, su secretario personal durante 30 años, relata las costumbres, objetos y recuerdos del escritor. Sus benditeros, bastones de campo, fotos y cuadros están a la vista del visitante para entrar profundamente en el “universo Gala”.

Dentro de esta residencia destacan tres piezas: el comedor y la zona del café en la planta baja, donde veía la televisión y se acompañaba de sus perros; su sala de trabajo en la planta superior con su mesa de escribir donde dictaba los trabajos escritos a su ayudante y, por último, su dormitorio con baño incluido en el que reunía decenas de vírgenes de barro y santos. Fuera de la casa, el escritor disfrutaba de una piscina, un cenador para sus charlas y fiestas y un cementerio donde están enterrados todos sus perros. La entrada cuesta 3 euros.

Almogía, bonito y morisco

El recorrido por el Guadalhorce puede continuar por Almogía, situado en un bello paraje montañoso cercano a los Montes de Málaga y a la Sierra del Torcal. Paseando por sus estrechas calles moriscas, se comprueba el encanto de este pueblo con sus iglesitas, sus casas colgadas, la Torre de la Vela, lo que queda de su castillo árabe, y el Monumento dedicado al Fiestero, en homenaje a todas las personas que han hecho posible la supervivencia de la Fiesta de los Verdiales de las Tres Cruces, el primer domingo de mayo, a lo largo del tiempo.

Desde Almogía, a 24 kilómetros de la capital malagueña, se pueden realizar varias excursiones interesante al “Charco del Infierno”, una mágica poza para ver pájaros y tortugas, y a Puente Linares, ambos muy cerca de la presa de Casasola.

Álora, mora y cervantina

Otro bello pueblo del valle del Guadalhorce es Álora, villa que visitó Miguel de Cervantes entre 1587 y 1593, quien da nombre a uno de sus miradores en la plaza baja. En este lugar hay un panel de cerámica, donde aparecen las figuras de Don Quijote y Sancho Panza, y una fuente con agua fresca que nos ayuda a emprender la ascensión al castillo moro del pueblo.

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Esta fortaleza se extendió por la ladera del monte aunque en la parte superior están sus tres elementos arquitectónicos más importantes, la Torre el Homenaje, el Arco de Herradura y la Torre de la Vela, además de un cementerio musulmán. Muy recomendable es la gastronomía del pueblo con platos muy típicos como las sopas perotas, acompañadas de frutas, pepinos, aceitunas y cebolla cruda; el pimentón, un popular variedad del gazpacho y el salmorejo, y sobre todo el lomo en manteca con pan casero.

Yacimiento íbero de Cártama

Paco Melero, arqueólogo jefe de las obras de la Plaza de la Constitución, vio cumplido en 2021 su sueño de inaugurar en este pueblo la Colección Museográfica de Cártama, que cuenta con 183 piezas y hace un recorrido por la historia del municipio, desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna.

Todavía queda mucho por descubrir en el corazón del pueblo, pero este museo gratuito ya es una aliciente más de este destino con la mayor colección de arte íbero de la provincia de Málaga. Durante la visita a Cártama se recomienda recorrer las murallas nazaríes en torno al viejo castillo, la ermita de Nuestra Señora de los Remedios y la Iglesia de San Pedro.

Pizarra, Coín y Valle de Abdalajís

La ruta por el valle del Guadalhorce puede culminar en otros tres pueblos pintorescos. En Pizarra, que proporcionaba agua en abundancia a los primeros pobladores, sigue destacando por sus campos de cítricos que puedes visitar; Coín asombra por su historia alfarera, representada hoy en Nabarros que esconde en su interior un horno árabe del siglo XVI, y por su pan artesanal. Miguel Urbaneja, propietario de “La Curruca”, quien sigue elaborando pan con trigo duro local calentándolo en un horno de leña de 1820 que estrenó su bisabuela.

Miguel regala también a veces a sus clientes con una actuación en “play-back” de alguno de sus artistas preferidos como Camilo Sesto, tal como hace habitualmente en la televisión andaluza. Por último, la visita a Valle de Abdalajís no deja de sorprender cuando subes a lo más alto de su sierra, a 1.195 metros, y contemplas belleza de este pueblo y sus alrededores. Es un auténtico paraíso para los aficionados al vuelo libre.

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