Es tiempo de vendimia, la mejor época del año para descubrir y disfrutar de los placeres del enoturismo en la Ribera del Duero, donde las bodegas más prestigiosas invitan a disfrutar del vino, la gastronomía y un sinfín de actividades sin salir de la bodega.
En la D.O. Ribera del Duero, comarca vinícola de lomas onduladas que circundan el Duero y que fueron ya cultivadas en tiempo de los romanos, se elaboran vinos degustados y apreciados en todo el mundo. Y hoy, sus históricas bodegas se acondicionan y abren al público para que disfrute al máximo de los atractivos de la comarca. La Ribera del Duero –incrustada en las provincias de Soria, Segovia, Burgos y Valladolid- avanza por el siglo XXI con sus mejores armas: su excelente vino, un paraje de elevado interés paisajístico, cultural y gastronómico, y su no menos excelente hospitalidad, ofreciéndonos los secretos del pasado, la grandeza de sus monumentos y la belleza de su entorno. Ingredientes que conforman un escenario bucólico que no podremos olvidar.
Con pan y vino, se hace el camino
En gran parte de las bodegas de la Ribera del Duero es posible visitar sus instalaciones y ser testigos del proceso de elaboración de los vinos. Muchas de ellas están habilitadas como hoteles, y ofrecen la posibilidad de alojarse y disfrutar de un buen vino en una atmósfera elegante. Es el caso del hotel bodega de cinco estrellas Arzuaga (Quintanilla de Onésimo, Valladolid), perfectamente integrado en la bodega: pared con pared con los lugares de trabajo y con el viñedo a sus pies.
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La Hacienda Abascal (Quintanilla de Arriba, Valladolid), es un Wine Hotel que fusiona arte moderno y tradición con vistas al mar de viñedos que rodea la Hacienda, y a sus bodegas de elaboración y crianza. En un palacio mandado construir por el Duque de Lerma para alojar al rey Felipe III se encuentra hoy la Posada Real Sitio de Ventosilla (Gumiel de Mercado, Burgos), propiedad de las Bodegas Prado Rey. El palacio, de estilo herreriano, cuenta con 18 habitaciones y conserva intacta su arquitectura exterior.
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Una manera distinta y sana de disfrutar de las bondades del vino
La mayor transformación turística de la comarca viene de la mano de las bodegas, transformadas ya en auténticos lugares de peregrinación a los que acuden tanto amantes del vino como urbanitas, atraídos por el encanto del vino y su entorno. Una de las sensaciones más celebradas de la zona es el vino-spa, una tendencia de la que podemos disfrutar en la LaVida Hotel Vino-Spa (Aldeayuso, Valladolid. www.lavida.es), un centro de turismo rural que aplica la vinoterapia en diversas formas de aplicación.
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Una de las actividades más enriquecedoras de las que podemos disfrutar en la Ribera del Duero es la de conocer a fondo la cultura del vino. La oferta amplísima de catas y maridajes, talleres gastronómicos, visitas temáticas y todo tipo de cursos relacionados con el universo del vino salpica las bodegas de la comarca. El magnífico castillo de Peñafiel es la sede del Museo del Vino, parada obligatoria en todas las rutas, y consagrado al universo vitivinícola: la uva, los artesanos del vino, la crianza y la reserva, el vino en la historia y en el arte… También se realizan degustaciones, cursos de sumilleres y seminarios de empresa.
El hotel Castilla Termal Monasterio de Valbuena, situado en San Bernardo, Valladolid, se encuentra en uno de los Monasterios Cistercienses mejor conservados de Europa. Su edificio data del siglo XII y es sede permanente de las Edades del Hombre. Su localización entre viñedos, lo hacen un lugar idóneo para dar largos paseos en bici, hacer rutas de senderismo y, por supuesto disfrutar de los vinos de la Ribera del Duero. La experiencia se puede complementar con el ‘Ritual Ribera del Duero’, un completo tratamiento de belleza y salud que incluye exfoliación corporal de sal y uva, sauna, envoltura de vino y un masaje corporal.
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En la Ribera del Duero abundan lugares en los que dar buena cuenta de la perfección del maridaje entre vino y comida. Los vinos, ya sean tintos jóvenes o tintos de crianza, son una verdadera seña de identidad que no pueden faltar en una visita a la Ribera; del mismo modo que tampoco esa visita está completa sin degustar el lechazo o cordero, siempre asado en horno de leña –con cepas o con madera.
La oferta gastronómica de la comarca ofrece, además de las especialidades más tradicionales –quesos, productos de matanza, cordero, hornazo, fresas-, propuestas más personales que han refrescado en los últimos años a una cocina ya de por sí repleta de exquisitas recetas. Esta fusión gastronómica tiene al vino como elemento imprescindible: Vega Sicilia, Protos, Pesquera, Mauro o Abadía de Retuerta son sólo algunos de los clásicos que no faltan a ninguna mesa, y acompañan tanto al jabalí con foie de Casa Vallecas (Berlanga de Duero), como al exquisito bacalao de El Lagar de Milagros (Milagros, Burgos) o las manitas de cerdo rellenas de la Posada Ducal (Peñaranda de Duero, Burgos).
