Los vinos de Lanzarote, únicos en el mundo, prosperan en su árido suelo volcánico. Las cepas de Malvasía y Listán Negro producen vinos secos y afrutados con un carácter distintivo. Una razón más para viajar a Lanzarote.




Lanzarote siempre fue una tierra árida. Su cercanía al Sáhara, su homegeneidad orográfica y su escasa altitud impedían retener a las nubes cargadas de agua del océano que sobrevolaban por su territorio. Y las ingentes cantidades de ceniza y lava arrojada por las ya mencionadas erupciones que se sucedieron entre 1730 y 1736, que cubrieron la isla -especialmente las zonas más cercanas a los volcanes, como La Geria, en las inmediaciones del Parque Nacional de Timanfaya-, sepultaron de magma enfriado el poco suelo fértil.

 

La Geria, Lanzarote. Foto Francisco Jódar

 

Pero la tenacidad y el talento de los lanzaroteños fueron más fuertes que la rabia del subsuelo. Desde aquellos años aciagos, cultivan en numerosas partes de Lanzarote, y especialmente en La Geria, vides que son, en sí mismas, auténticos milagros de la naturaleza pero, sobre todo, del ingenio humano.

 

Los vinos de Lanzarote | Tu Gran Viaje
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Cavaron hoyos -llamados “gerias”- de hasta 3 metros de diámetro y hasta 2,5 de profundidad, protegidos por muretes de piedra de 60-70 centímetros de altura. En el fondo de estas gerias se esconde el suelo fértil enterrado por la ceniza volcánica, que retiene la escasa humedad necesaria para plantar a mano una, dos o tres vides -no más-, que se aferran a la vida y crecen hasta los 70 centímetros.




Así dan forma al paisaje de La Geria, de una belleza sobrecogedora: un ceniciento mar de lava, salpicado de cortavientos de piedra que protegen pequeños retazos de un verde intenso. A este ecosistema tan duro, donde todas las labores de la viña deben realizarse a mano, se han adaptado varios tipos de uva, como la malvasía, e incluso ha surgido una uva autóctona, la malvasía volcánica; pero hay también cepas de negramoll, el listán negro -también autóctona-, moscatel o breval, entre otras.

Todos estos factores hacen de los vinos de La Geria unos caldos muy originales, entre los que sobresalen los blancos (secos, dulces y semidulces), aunque no faltan los rosados y unos tintos fuertes, con un retrogusto mineral muy acusado.




La mejor manera de dejarse enamorar por los vinos de La Geria es degustándolos en cualquiera de sus bodegas. En las de El Grifo, fundadas en 1775, puede además visitarse el Museo del Vino de Lanzarote, que ofrece un completo recorrido por la apasionante historia de la “viticultura heroica” de Lanzarote.