En 1837, Víctor Hugo puso el pie por primera vez en la Grand Place de Bruselas a la que definió como “la plaza más bella del mundo”.
Víctor Hugo tenía 35 años cuando pisó por primera vez la Grand Place de Bruselas. “Un milagro”, escribió en su diario el autor de Los miserables, y el ayuntamiento, con su campanario, se le antojó “una fantasía luminosa soñada por un poeta y dada a la vida por un arquitecto”. En aquellos momentos, el genial escritor no sabía que, en unas décadas, el golpe de estado de Napoleón III de 1851 le empujaría al exilio.
¿Y qué lugar mejor que la Grand Place para fijar su residencia? Víctor Hugo se mudó al número 16, un imponente edificio conocido como “el molino”, y que formaba parte del Palacio de los Duques de Brabante. Poco más tarde se mudó a un edificio contiguo, “la paloma”, donde escribiría una de sus obras satíricas más famosas, El pequeño Napoleón. “Solo porque hayamos tenido a Napoleón el Grande, ¿debemos tener a Napoléon el pequeño?”, solía decir.
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