Viajamos con Glashütte Original nos acompaña de viaje a Berlín, donde nos esperan George Clooney, todas las estrellas Michelin y el talento de los mejores maestros relojeros de Alemania.
El plan era, simplemente, irresistible. Viajar a Berlín, de la mano de Glashütte Original, durante el primer fin de semana de la Berlinale 2014 para conocer de primera mano en qué consistía su apoyo al festival de cine. Y la experiencia resultante, tratándose de la relojera y su pasión por la excelencia en todo, no podía ser menos que eso, excelente, como lo son sus obras de arte en forma de reloj. Un Gran Viaje de fin de semana que, desde el mismo momento en que puse un pie en el aeropuerto de Tegel, fue puro glamour y lujo Made in Germany.
Robert Redford y Meryl-Streep, compañeros de los relojes PanoReserve y Lady Serenade
Conozco -quién no- Glashütte Original, y no solo por haber estado fantaseando ante el escaparate de su tienda de Dresde: el pensamiento de que una de sus obras maestras adorne mi muñeca me hace mirar al infinito… No es un secreto que una de las cosas que alimentan mi pasión por Alemania es el Made in Germany, esa facultad de hacer de la sencillez un arte: los objetos funcionan bien, muy bien, condenadamente bien, y son bellos, muy bellos, condenadamente bellos: esa es una de las rutas que conduce a la excelencia, y esos relojes de Glashütte Original la transitan con toda facilidad… Todo llegará, amigos.
Un cielo sobre Berlín de estrellas Michelín
El cielo que me saludaba en mi habitación del Grand Hyatt Berlín, donde me alojaba -y que era el centro neurálgico de la Berlinale, donde tenían lugar las ruedas de prensa y donde se alojaban, también, periodistas y técnicos de todo el mundo, ejecutivos de la industria, partners…- era tan solo un anticipo de lo que estaba por venir: tan eléctrico y efervescente como el Berlín irrepetible que comenzaba ya, en el mismo vestíbulo, un lugar convertido en vórtice del cine mundial: periodistas esperando a recoger su acreditación, guardias de seguridad vigilando las evoluciones de los operarios que trabajan en la sala que acogerá, en unas horas, la rueda de prensa de George Clooney, y huéspedes presuntamente despistados que quieren ser, también, y cómo no, parte de la experiencia.
El amor por el cine impregnaba todo. La alfombra roja que se despliega desde los bordillos de las aceras, en los que aparcan los Audis S8, los fans que aguardan desde hace horas -y las que les quedan por delante- a que Clooney haga su entrada en el hotel al día siguiente, los carteles del festival que cuelgan por todas partes en el trayecto que lleva del hotel a otro hotel, el Mandala (Postdamer Strasse, 3), en cuya quinta planta está el mejor restaurante de la ciudad: el dos estrellas Michelín FACIL, una caja de cristal hi-tech donde manda un Michael Kempf -al que dicen el mejor chef joven de Centroeuropa- que sacia mi apetito con su raciones intensísimas, que le dan una vuelta al recetario tradicional alemán -sobre todo, en lo concerniente al modo de trabajar una materia prima realmente excelente sin pasarse en absoluto de frenada: recordaré siempre como si lo acabara de comer esas cebolletas de Roscoff (¿las mejores del mundo?) con coco y hierba luisa, y ese lomo de buey Uckermark.
A la noche siguiente, me vuelvo más tradicional en el estupendo Grosz (Kurfürstendamm 193), el restaurante preferido por el artisteo local, en plena milla de oro berlinesa, y me doy a mi clásico alemán preferido: el schnitzel -sin el gambón y las anchoas con que lo acompañan-, que me enteraré después tiene fama de ser el mejor de Berlín. Ah, y con una botella de riesling bien frío. Y amén.
Toda la magia del cine
Y de ahí a la sorpresa del día que cierra la jornada: la proyección de una desconocidísima -para mí, porque había ganado el León de Plata en la Mostra de Venezia en 1953- película japonesa de los años Cincuenta, Ugetsu Monogatari, que se convierte -así es la magia del cine- en la mejor película que he visto en meses. Y mucho mejor, desde luego, con la Monuments Men que veré al día siguiente… pero, desde luego, compartir la proyección de la première con Clooney y sus chicos y, también, cruzar la alfombra roja del Berlinale Palast como un miembro más de la pandilla de George -arruinando el posado de algunos políticos en el proceso- es, realmente, una experiencia inolvidable que solo es posible gracias a Glashütte y que hace sentirse a uno como una auténtica estrella de Hollywood.
Puro cine… como puro cine es la mañana del sábado. La excitación recorre la escalera que conduce del vestíbulo a la puerta de la sala de prensa: hoy presenta George Clooney su película a la prensa internacional y, además, no lo hace solo: le acompañan Bill Murray, Matt Damon y John Goodman, entre otros secundarios a los que solo los muy expertos ponen nombre pero a los que ni siquiera hacemos caso el centenar largo de periodistas acreditados que, durante tres cuartos de hora, miramos y escuchamos embobados a Mr Clooney. Y sí: es como en las películas. O como en los anuncios. Es como es la imagen mental que cualquiera tiene de él.
Charme, sentido del humor, el chascarrillo en el momento justo ante el que la audiencia nos rendimos. Así es George Clooney. Todos enfocamos nuestros móviles hacia él, todos queremos que atienda nuestras preguntas -o mejor, que la jefa de prensa del festival seleccione nuestra mano del bosque de brazos que tiene delante-, todos queremos que nos mire. Bill Murray fotografía a esta crew fanática de periodistas fascinados, como siempre, ante el poder de un galán y de los gañanes que lo acompañan y que asumen -parece que muy encantados- su papel de comparsas.
Talento relojero en el cielo sobre Berlín
La fiesta continúa en las alturas, y es que con sus 103 metros, la torre Kollhoff (Postdamer Platz, 1) es uno de los edificios más altos de Berlín. Allí, en su azotea, está uno de los cafés más exclusivos de todo el país, el PanoramaPunkt, donde Glashütte Original establece su cuartel de operaciones durante la Berlinale. El café es el lugar elegido por celebrities y asistentes VIP para tomar algo entre película y película; pero lo que cautiva mi atención no es la grabación de un programa de la televisión alemana, ni las impresionantes vistas del todo Berlín, y sí dos cosas: el mimo riguroso con que un maestro relojero monta ante mis ojos un reloj, y la exposición “Him & Her”, que muestra los maravillosos relojes de la colección actual de la relojera, emparejados con algunas de las parejas más legendarias de la historia del cine.
Ingrid Bergman y Humphrey Bogart con el Senator Perpetual Calendar y el Lady Serenade; Liz Taylor y Richard Burton, con el Pavonina y el Senator Tourbillon, e incluso nuestros Javier Bardem y Penélope Cruz, son algunas de las parejas míticas del cine que acompañan, también, mi copa en este glamouroso Glashütte Original Lounge. Fuera, el cielo sobre Berlín me espera en plenitud en la azotea del exterior, desde la que se contempla la capital alemana en toda su extensión, y donde me sorprenden, como en una cinematográfica casualidad del destino, dos iconos de Tu Gran Viaje: la sede central de Deutsche Bahn y un fragmento del Muro de Berlín… Y es que esto, amigos, no ha hecho más que empezar.