Arquitectura colonial, volcanes, sabores de otro tiempo… Quito encierra un montón de tesoros dispuestos a que los descubras y los disfrutes, Gran Viajero.
Quito, la capital del Ecuador, es la puerta de entrada a un país megadiverso, donde la arquitectura monumental, procedente de la época colonial, se abraza a las bellezas paisajísticas que embaucan a cualquier viajero. Los Andes impresionan en este Quito encajonado entre picos montañosos y un casco histórico que fue declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1978, pero también sus bosques y páramos o sus volcanes, como el Pichincha, que se asoma desafiante y activo a la ciudad o el Cotopaxi, con su hermosa cumbre nevada un poco más alejado, invitan a descubrirlo.
Esplendor del arte barroco en América
Fundada en el siglo XVI sobre las ruinas de una antigua ciudad inca y emplazada a 2.850 metros de altitud, Quito se enorgullece de contar con el centro histórico mejor conservado de toda América Latina con 320 hectáreas. Visible en sus calles estrechas y sus amplias plazas, asombra todavía más cuando te internas en sus capillas, conventos, monasterios o iglesias.
Todos ellos ricamente ornamentados en su interior, como la iglesia y el colegio de la Compañía de Jesús, esplendor del barroco con sus cúpulas verdes y doradas y su estallido de pan de oro con finas láminas de 23 quilates en cualquier esquina de esta iglesia considerada la más bella del Ecuador.
La identificarás por su fachada, copia de la iglesia del Gesú de Roma, y en su interior te asombrarás por el número de imágenes de la Virgen, encabezadas por la Virgen de Quito, icono de la ciudad, que sirvió de referencia para construir la Virgen Alada y plateada del Cerro del Panecillo.
No le va a la zaga el Monasterio de San Francisco, el Escorial de Quito, que nos traslada en su interior a Sevilla con una capilla original del Señor del Gran Poder, que procesiona como el andaluz todos los viernes de Pascua por el centro quiteño. Es este el mayor edificio colonial de la ciudad y su construcción duró 70 años tras la fundación española de Quito en 1534.
Tour por las cúpulas de la catedral
Alrededor de las Plaza Grande o de la Independencia se desarrolló la ciudad colonial. En este recinto no solo hay monumentos, como el Palacio de Carondolet o el Palacio Arzobispal, sino que todavía es posible como los quiteños mantienen algunos de sus oficios centenarios. Relojeros, barberos, vendedores, artesanos y, sobre todo, limpiabotas se ganan sus dólares en cualquiera de las esquinas de esta plaza rodeada de palmeras, buscavidas y bancos para descansar.
La visita al palacio presidencial de Carondelet (no perderse los lunes a las 11 horas el cambio de guardia) resulta interesante porque en él vive y trabaja el presidente de la República.
Mucho más recomendable y más original es el tour guiado por las cúpulas de la catedral metropolitana de Quito aunque conviene saber que hay que subir por una estrecha escalera de caracol y algunas cornisas y pasadizos estrechos el tejado. Una vez en las alturas, las vistas de la ciudad son impresionantes.
Ya en el interior, conviene echar una mirada a la pintura La última cena, con Jesucristo y sus discípulos degustando la carne del cuy o quechua, un popular manjar de la cordillera andina, y la tumba de Antonio José de Sucre, héroe de la independencia.
La calle más tradicional
Es la conocida como La Ronda, la más antigua de la ciudad, asociada con la bohemia y el arte del viejo Quito. Hay que recorrer esta calle empedrada para visitar sus talleres de artesanía, tiendas y sus restaurantes. Uno de los más populares es La Leña Quiteña, especializado en cuy, humita, y chicha, y si es posible degusta estos platos desde su mirador desde el que se divisa la famosa Virgen del Panecillo.
Durante décadas esta vía estuvo abandonada, pero a finales de 2005 la Alcaldía culminó una restauración ejemplar de este espacio que por las noches se llena de vida cuando los músicos tocan y los vendedores de canelazo ofrecen sus bebidas y aguardientes.
El Panecillo
Este mirador rematado por una figura gigante de la Virgen de Quito se eleva al sur del casco histórico de la capital y representa el límite entre el norte y los barrios meridionales más pobres. La imagen de la Virgen, acabada en 1976, sorprende por su estructura hecha con piezas de aluminio y sus características físicas: tiene alas, una corona de estrellas y está encadenada a un dragón.
El mirador es uno de los lugares más populares entre los quiteños con puestos de comida y zonas verdes ya que en los días más claros se divida la cumbre nevada del Cotopaxi, el gran gigante del Ecuador, uno de los volcanes activos más altos del mundo (5.897 m.)
La pintura más famosa de Paco de Lucía
La Casa Museo Guayasamín es el museo más interesante de Quito, pues reúne la obra de del pintor Oswaldo Guayasamín, un artista lleno de sensibilidad, mensaje y actitud política, que falleció en 1999. Toda su colección de piezas precolombinas y de arte religioso que inundan una parte de su casa es extraordinaria, pero es su atelier el que suele concentrar las miradas, pues están las piezas y herramientas utilizadas por el maestro y un magnífico retrato de Paco de Lucía con su making of.
Junto a la casa se halla el Árbol de la Vida, donde reposan sus cenizas, y la Capilla del Hombre, una de las obras más admiradas del arte en Sudamérica, que homenaje al hombre y al sufrimiento de los indígenas del continente americano.
Hacia el Pichincha
Desde Quito resulta muy sencillo aventurarse hasta el Pichincha, el volcán que se levanta al oeste de la ciudad, gracias al popular teleférico que te conduce hasta Cruz Loma en 18 minutos mientras admiras las vistas de la capital. La panorámica es fascinante si el día está despejado pues se pueden observar también los volcanes de Cayambe, Antisana y Cotopaxi en todo su esplendor. El viaje cuesta 8,50 euros (adultos).
Visitar Quito. Información práctica
¿Cómo llegar?
La compañía Iberia conecta con vuelos directos Quito y Madrid desde 514 euros
¿Dónde dormir? La Casona de la Ronda Hotel Boutique Patrimonial, situada en Las Corralas, una casa de estilo colonial construida en 1738 dentro del centro histórico de Quito. Veintidós habitaciones en un hotel boutique con encanto.
