En Madagascar, el África besada por el Índico, aguarda uno de los santuarios naturales africanos más alejados de los focos del turismo: el parque nacional de Isalo.
Un Gran Viaje de Guillermo Gil Martínez
Más allá de África, en el enorme y aún desconocido país-continente de Madagascar, a través de sinuosas carreteras rurales sorteando arrozales entre la capital, Antananarivo, y las playas vírgenes del Suroeste, la inmensidad de la sabana se abre a los pies del viajero, una infinita llanura y, sobre ella, aquella cordillera que da la bienvenida a la puerta del Sur es el Parque Nacional de Isalo, una auténtica muestra de naturaleza insólita, un ecosistema único en el mundo, aislado e incomparable.
El paisaje se va transformando según se avanza: escarpados montes, formas rocosas casi imposibles, oasis con piscinas naturales de aguas cristalinas y cascadas vírgenes rodeadas de exuberante vegetación, barrancos y desfiladeros, llanuras y enormes cañones, ríos… La fauna también ofrece grandes sorpresas endémicas: varias especies de camaleones, colgados de las ramas, impasibles al senderista, son tan sólo una muestra de la cantidad de reptiles que aquí se descubren; en zonas boscosas, al fondo del cañón, algún que otro lémur de cola anillada y otras especies de este primate, famoso símbolo nacional, serán más que fáciles de ver.
Este enorme macizo de 25 kilómetros de largo, reserva de la biosfera, impenetrable en vehículo, es la excusa perfecta para realizar un trekking fácil -medio de día completo, de unos 15 kilómetros, aunque también existen algunos otros de elevada dificultad, auténticas expediciones con acampada para los amantes de este deporte. Un trekking aceptable para todos los públicos, puede que algo cansado pero con una recompensa inimaginable; el Parque Nacional de Isalo es esa joya aún ignorada por el turista tipo, es aquel destino para tu gran viaje, exótico, puro y asombroso: aún quedan rincones así en el mundo. Y esto tan solo es una pequeña muestra de lo que nos ofrece el recóndito Madagascar.