Prólogo


Arranca la aventura de “Los galgos grises” y, como las más grandes epopeyas, lo hace de imprevisto: así es la vida del escritor freelance…

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El editor me miraba fijamente. Muy fijamente. Yo también le miraba fijamente, pero menos. Ambos teníamos claro quién era la parte contratante y quién la parte contratada.

-Te he hecho venir desde porque hay un pequeño cambio de planes.

-Ah. Tú dirás –respondió la parte contratada, que no creyó oportuno mencionar el hecho de vivir a casi doscientos kilómetros del despacho donde estaba siendo, se olía, recontratada.

-Ya tienes el visado, ¿verdad?

-Desde hace cuatro meses.

-Bien, bien. Empezaste a trabajar en la guía en marzo, y quedamos en que te irías a mediados de septiembre, ¿verdad?

Asentí con la cabeza, muy despacio.

-Bueno, pues no te vas a mediados de septiembre. Aquí tienes el billete para pasado mañana. Madrid- Nueva York, Nueva York – Boston. Aquí pone que sales de Barajas a las cinco y media.

Touché.

-¿Pasado mañana? ¿Cómo que pasado mañana? ¡No me puedo ir pasado mañana! Aún no me has cerrado el itinerario, no hemos hablado de dietas…

-Cincuenta diarios.

-¿Cincuenta qué? ¿Dólares? ¡Con eso no me llega para comer! ¡Ni aplicando las tarifas de nuestras guías! ¡Y tengo que recorrer cincuenta mil kilómetros! Esto no es serio, no me puedo ir pasado mañana. ¿Cómo lo voy a hacer? Vienen a pintarme la casa, me permitirás recordarte que vivo a doscientos…

-¿Te gustan los galgos?

Me descolocó. Lo había vuelto a hacer.

-¿Quieres que apueste por ti? ¿Esa es la condición, me das sólo cincuenta dólares y me los juego en un canódromo en cuanto aterrice? Tendré que apostar a un galgo cojo, si quiero que la apuesta me cubra toda la estancia…

-Desde que no vives en Madrid eres más gracioso, Clemente, tienes más… gracia -sacó un sobre del cajón. ¿Te gustan las películas de Elvis? ¿Sabes esos autobuses de los que siempre está subiendo y bajando con un petate? Pues aquí tienes un pase a tu nombre para que viajes lo que quieras en autobús durante tres meses.

-¿Tres? ¿No eran seis?

-Tú te vas pasado mañana, y ya iremos viendo el tiempo que te quedas. En ese sobre hay una VISA a nombre de la editorial, que es el mío, con su número secreto. Tienes un límite. Cincuenta diarios, mil quinientos mensuales.

-Con cincuenta no voy a poder comer, y tú lo sabes.

-No se puede comer carne todos los días. Quiero una guía de mil páginas. Buen viaje. Llama de vez en cuando. Y cuidado con la VISA.

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