Todo un Gran Viaje, y además, sin salir de casa. Esa es la invitación que el historiador y escritor Fernando García de Cortázar nos hace desde las páginas de su reciente libro Viaje al corazón de España, un compañero de viaje ideal para que te lanzes ya a vivir Tu Gran Viaje por España.

 

Partiendo de que España es el segundo país más visitado del mundo -y con estimaciones oficiales de que, en 2028, sean más de 120 millones de personas las que viajen a nuestro país-, y de que en poco más de medio millón de kilómetros cuadrados cabe prácticamente de todo, cualquier Gran Viajero apreciará en lo que vale -que es muchísimo- Viaje al corazón de España (Arzalia Ediciones), un completísimo recorrido por todo el país que Fernando García de Cortázar ha condensado en un volumen de casi 900 páginas que -y este es sin duda uno de los mayores aciertos del libro- se lee de un modó fácil, ameno y sabroso: ideal para el verano. Y si es una delicia leer a Fernando García de Cortázar, no lo es menos conversar con él sobre su excelente libro.

No llegan a las librerías libros de viajes sobre España con la profusión de que se editan sobre otros países o escenarios. ¿A qué cree que se puede deber? ¿La crónica viajera sobre España “no vende”?

No sé si las otras crónicas viajeras venden o no. Viaje al corazón de España sí lo está haciendo; y es más, ha sido uno de los libros más vendidos en la Feria del libro de Madrid. En cualquier caso, lo cierto es que España representa uno de los países con más patrimonio histórico y artístico del mundo: una riqueza que los españoles no valoramos o valoramos muy poco. Repetiré algo que me dijo un amigo norteamericano, y uno de los grandes latinistas, cuando contemplaba Mérida y Segovia: «Qué suerte tenéis, sois romanos». Al viajar se nota que somos un pueblo de mestizaje, que España es abanderada en la convivencia de culturas, idiomas, razas. Esto se ve con claridad en el arte y la literatura y en la confluencia del Cristo cristiano, el Alá musulmán o el Yahvé judío. Es el único país en el que confluyen las tres culturas del Libro. Por eso es bueno que cuando hagamos viajes los emprendamos con el corazón abierto a la curiosidad intelectual. 

“No se trata de comparar errores, pero sí de poner un poco las cosas en su sitio”, dice en el prólogo del libro, “de mirar el pasado sin prejuicios”, algo que no está presente en libros de viajes sobre España muy conocidos obra de autores extranjeros. ¿Qué hará falta para acabar con la “leyenda negra”, los tópicos malos asociados a España? 

En primer lugar, que los españoles mismos dejemos de flagelarnos con esa misma leyenda negra que hemos interiorizado sin un átomo de espíritu crítico. Todos los imperios son atacados por quienes aspiran a acabar con ellos, pero España es el país que más ha interiorizado las visiones negativas. Por ello la oportunidad, la necesidad, de un libro como éste, un libro vivido, que pretende dar vida a las piedras. Un libro que cuenta España, desde su piel hasta su corazón, desde sus pueblos y paisajes hasta la convivencia de las tres religiones, desde sus museos a sus hechos de armas.

 

El viaje al corazón de España de Fernando García de Cortázar
Ilustración del pueblo de Nuevo Baztán, en Madrid

 

Un libro que va y viene, donde no cabe ni lo feo ni lo vulgar, y que no olvida que una ciudad son sus escritores. Ya no hay Granada sin Lorca, Campo de Criptana sin Cervantes, Ávila sin santa Teresa de Jesús, Soria sin Machado, Madrid sin Galdós, Mondoñedo sin Cunqueiro, Oviedo sin Clarín, Bilbao sin Unamuno, Barcelona sin Rodoreda, Palma de Mallorca sin Villalonga, Valencia sin Blasco Ibáñez… Es verdad lo que decía Ortega, o los ilustrados, que aseguraban que los caminos hacen la nación. Y esos caminos confluyen en este libro. Ellos nos muestran una España hermosa y bella. Viaje al corazón de España está escrito en positivo, no cabe lo feo, lo vulgar, sino lo que en buena medida provoca la adhesión.

 

Admiración y pasión: he ahí el estilo de Viaje al corazón de España. A menudo pinto un paisaje, paso por un mismo lugar dos veces, me detengo en una puesta de sol, evoco algún personaje, cito lecturas que han marcado mi visión de un lugar, rememoro algún poema que nos deja melancólicos y un poco más solos. La emoción que siento ante las huellas del pasado me lleva a veces a rastrear en los libros las pequeñas anécdotas o la historia con mayúsculas que esconde un edificio, recuerda un rincón olvidado o nos susurra un paisaje. Todo ello sin olvidar el aprecio por los detalles exactos que aprendí leyendo los Paseos por Roma de Stendhal, y por supuesto, la narración, a ráfagas y a rachas, de mis experiencias personales, el vago perfume de todo lo que el tiempo ha consumido. Porque, al fin y al cabo, este libro es un autorretrato sentimental y un canto de amor a España en un momento de desaliento colectivo.

Su libro plantea, desde su experiencia personal –y sus viajes continuos y completos por todo el país-, dice, “un doble viaje, a través del espacio (…) y del tiempo”. Y se las “ha arreglado” para compendiar lo mejor del país en casi mil páginas, pero, ¿cuánto ha quedado fuera? ¿Suficiente para un segundo volumen?

Sin duda. España tiene tanto patrimonio artístico que resulta inabordable en un solo volumen. Pero cada uno lleva la soledad de sus sueños. Ya lo escribió Pessoa: “La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”. Y este libro es también el reflejo de mi vida, un viaje personalísimo a España, mi España, la que Cervantes y Galdós y tantas otras voces de nuestra cultura universal me dieron a conocer. Un libro caprichoso que recorre, eso sí, el país entero, empezando por la vertiente atlántica de Andalucía y moviéndose hacia el este y hacia el norte, en un itinerario que va del valle del Guadalquivir a las cordilleras más abruptas, de los ríos más caudalosos a las tierras más fecundas, de las iglesias más recónditas a las catedrales más majestuosas y, por supuesto, de las ciudades de rango universal a los pueblos más pintorescos.

 

El viaje al corazón de España de Fernando García de Cortázar

 

Los capítulos, las ilustraciones, el mapa de las maravillas, los hitos personalísimos que anteceden cada capítulo: dada su estructura, el lector puede “ir picando” de diferentes partes del libro, dejarlo y volver a él… ¿cómo imagina a su lector?

Lo imagino viajando con el libro. Me gusta imaginarlo visitando una ciudad o un pueblo con mi Viaje al corazón de España bajo el brazo, descubriendo historias y lugares que desconocía o viendo lo conocido con otros ojos. Y por encima de todo, dándose cuenta de que la cultura, el arte, saltan por encima de las divisiones territoriales. No hay fronteras, no hay limitaciones ni separaciones cuando recorremos España. Hay arte y cultura, y zonas para exaltarnos con el paisaje natural. Lo imagino no sintiéndose extranjero en ninguna ciudad. A veces, cuando voy a Salamanca, me preguntan: «¿Qué le parece nuestra Plaza Mayor?». Yo les contesto que esa Plaza Mayor también es mía. Tengo un sentido de la propiedad sobre toda España, porque he recibido una educación más nacional que regional.

 

Y lo imagino orgulloso de pertenecer a un país diferente ante Europa siendo plenamente europeo, y diferente, con mil rostros, ante sí mismo, múltiple en el pasado y también en el presente, del cual decía Maurice Barrès: “No conozco otro país donde la vida tenga tanto sabor”. La vida, la nación en permanente génesis, el sabor, el arte… eso es Viaje al corazón de España. No sólo geografía. Paisaje con historia. Cambio y permanencia. “Nuestra invención y nuestro amor” – como escribiera Jorge Guillén – “pese a los pusilánimes, pese a las hecatombes, entre ruinas y fábulas, con luces de ponientes, hacia noches y auroras”.

TODO ESTÁ EN LOS LIBROS