90 kilómetros de pura ambrosía adrenalítica para conductores: así es la mítica Transfăgărășan de Rumanía, la mejor carretera del mundo para conducir.
Hay carreteras míticas, cuya fama traspasa fronteras y generaciones, y la Transfăgărășan de Rumanía es una de ellas. Los locos por los coches de Top Gear la calificaron como “la mejor carretera del mundo para conducir” y cualquiera que lo haya hecho no puede por menos que darles la razón.
Los 90 kilómetros –perfectamente asfaltados y con frecuencia muy muy peraltados– que unen las ciudades de Sibiu y Pitesti por la cara sur de los Cárpatos son una sucesión de curvas y contracurvas que atraviesan docenas de puentes y viaductos de todos los tamaños, una carretera encajonada entre algunas de las cumbres más altas de Europa Central y que son un ejercicio de exigencia para los conductores.

La carretera Transfăgărășan, que se construyó bajo la dictadura de Ceaucescu con una finalidad exclusivamente militar, para transportar suministros y tropas en caso de guerra, suele estar abierta al tráfico únicamente entre junio y octubre, cuando no hay nieve.

El lago Balea, un lago alpino con un par de hoteles y puestos de comida y artesanía, y el castillo de Poienari, cerca de Arefu, que fue la residencia auténtica de Vlad el Empalador y que puede verse desde la carretera, son dos panorámicas que compensan el esfuerzo al volante.