Saint-Antoine-l’Abbaye, joya medieval en el sureste de Francia, ha sido elegido “El Pueblo Favorito de los Franceses” en la edición 2025 del célebre programa televisivo.
Ubicado entre los departamentos de Isère y Drôme, a las puertas del macizo del Vercors, Saint-Antoine-l’Abbaye seduce por su riqueza patrimonial, su animada vida cultural y su imponente legado religioso. Un pueblo que parece detenido en el tiempo, pero que sigue muy vivo.
El alma de Saint-Antoine-l’Abbaye es, sin duda, su majestuosa abadía. Fundada a finales del siglo XI tras la llegada de las reliquias de San Antonio el Egipcio, se convirtió rápidamente en centro de peregrinación y curación del temido “mal de los ardientes”. Su historia está marcada por la rivalidad entre benedictinos y hospitalarios, por el esplendor arquitectónico del gótico y por siglos de fe, poder y arte.
Caminar por este pueblo es recorrer la Edad Media a cada paso. Desde la Grand Rue, flanqueada por casas de piedra con ventanas geminadas, hasta los pintorescos goulets, esos callejones estrechos y empedrados que conectan los barrios altos y bajos del burgo. En la Rue Basse, antiguas tiendas con entramado de madera y una halle medieval conservan el espíritu comercial de antaño.
Más abajo, el arrabal, con casas de adobe y cantos rodados, recuerda el pasado humilde que coexistía con los notables que vivían tras las murallas.
Cultura viva entre historia y modernidad
Saint-Antoine-l’Abbaye no es solo pasado: es también presente vibrante. Su fiesta medieval, celebrada cada agosto, reúne a más de 200 artistas y 500 figurantes que convierten el pueblo en un auténtico escenario histórico. Talleres de artesanía, teatro de calle, desfiles, y actividades para todos los públicos hacen de esta cita un evento imperdible para los amantes de la historia viva.
Y durante el resto del año, la agenda cultural no se detiene: desde la fiesta de la trufa, el festival musical Pig’halles, hasta el evento literario Textes en l’air, dedicado al teatro contemporáneo. Además, el Museo Departamental ofrece experiencias inmersivas, como el “Taller de los constructores”, donde los visitantes pueden aprender técnicas medievales de vitral, talla de piedra y ornamentación.