Más de treinta hórreos y cruceiros definen el alma de Combarro, tradicional villa marinera de Galicia y uno de los pueblos más bonitos de España.

Combarro es uno de los pueblos marineros con más encanto de Galicia. A un paso de Pontevedra -apenas siete kilómetros por la carretera de O Grove-, Combarro es el ejemplo perfecto de cómo fue la vida tradicional marinera gallega durante siglos. Pequeño y compacto, el pueblo parece anclado en el tiempo por las características de su arquitectura y su estado de conservación.

 




 

Los hórreos de Combarro

Los hórreos y cruceiros vigilan sus estrechas plazas y calles, muchas de ellas enlosadas de amplios escalones de granito, un material que está presente en cada rincón del pueblo, y en las que nos encontramos casas tradicionales con sus balconadas y soportales -imposible no detenerse ante la de A Xurunda-, y a las que sus dueños, pescadores, han pintado de colores.

 




 

Porque Combarro es un pueblo pesquero, por encima de todo. Sus habitantes siguen faenando y metiendo el mar dentro de Combarro como hace siglos -de ahí los más de treinta hórreos asomados a la ría– y en el puerto, parece que no haya pasado el tiempo, con sus barcas amarradas, y donde no nos faltan tascas y restaurantes donde dar buena cuenta de los manjares recién desembarcados.

 

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Los cruceiros de Combarro

El mar es el dueño de Combarro, hasta el punto de que la figura de la Virgen de los seis cruceiros que nos vamos encontrando por el pueblo está orientada al mar (el séptimo, con Cristo, es el único en estarlo hacia tierra firme). El pueblo es pequeño, y más pequeño aún es su centro, muy compacto, y que podemos explorar muy rápidamente.

 





 

Y hay que sentarse a descansar en este paseo para visitar Combarro en la plaza de la Chousa, donde están dos de los hórreos más bellos del pueblo, y desde ahí caminamos calle adelante en busca de la pequeña pero rotunda iglesia de San Roque, construida en piedra, como casi todo Combarro.


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