Con el 15% de su territorio protegido como espacio natural, en la Comunidad de Madrid hay propuestas de naturaleza sorprendentes.
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De la infinidad de imágenes que definen a la Comunidad de Madrid, hay una que, sin duda, habría llamado la atención de Velázquez, el gran pintor de los cielos madrileños: la de las cabras montesas reinando sobre el perfil urbano capitalino desde la cima de La Pedriza, Reserva de la Biosfera por la UNESCO, en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. La escena resume a la perfección la riqueza natural de una región en la que coexisten una de las zonas metropolitanas más grandes y dinámicas de Europa y una sorprendente, por rica y variada, colección de ecosistemas.
La riqueza natural de la Comunidad de Madrid está marcada por la Sierra de Guadarrama, con sus picos de más de 2.000 metros de altitud, y sus ríos -Lozoya, Manzanares, Henares, Jarama, Tajuña…-, lo que da como fruto un rico contraste entre valles y sierras, llanuras y campiña, en el que caben humedales como el Mar de Ontígola, en Aranjuez; cascadas como las del Hervidero, en San Agustín del Guadalix, o la Chorrera de San Mamés; la espesura nórdica del Bosque de Finlandia; los encinares y olivares centenarios de la Alcarria madrileña o el hayedo más meridional de Europa, el Hayedo de Montejo, Patrimonio Natural de la Humanidad.
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Los planes de turismo activo de la región son tan variados como los ecosistemas que los acogen, y perfectos para ser disfrutados por todos, también en familia: desde la práctica de deportes de nieve en las cumbres de la Sierra, hasta el senderismo -hay más de 300 kilómetros señalizados en la región, entre ellos varios tramos parte del Camino de Santiago, y que atraviesan pueblos repletos de encanto como Rascafría, Manzanares el Real o Somosierra-, o la bicicleta: recorrer la Vía Verde del Tajuña, que discurre por el antiguo trazado del Tren de Arganda, es la mejor manera de descubrir las fértiles -y desconocidas para muchos- vegas del sureste de la Comunidad.
Cerca de Pinilla del Valle, en el valle alto del río Lozoya, aguarda el Valle de los Neandertales, un parque arqueológico con varios yacimientos prehistóricos, ideal para una excursión en familia; y en Madarcos se organizan talleres en los grandes y pequeños pueden convertirse en pastores, acompañando al ganado por uno de los entornos naturales más vírgenes del interior de España
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