Otra de las rutas que nos descubre el libro “Los 101 pueblos más bonitos de España” de Clemente Corona editado por AlhenaMedia es la que nos descubre uno de los tramos más bellos del litoral cantábrico: la ruta que recorre la Costa Vasca entre Pasaia y Zarautz.
Pasaia, uno de los pueblos pesqueros más bonitos de Euskadi
El pintoresco pueblo pesquero de Pasaia se asoma a la ría que le da nombre, y en la que las figuras de los montes Jaizquibel y Ulía vigilan esta villa marinera de casas tradicionales de pescadores y un activo puerto donde se siguen desembarcando exquisiteces que llenan las cartas de los numerosos restaurantes y tabernas de la localidad.
De Pasaia se enamoró el legendario escritor Víctor Hugo, que residió un tiempo en ella. La iglesia de San Juan Bautista, la de San Pedro, el palacio Arizabal o la basílica del Santo Cristo de Bonanza merecen nuestra atención, y no debemos perdernos las casas tradicionales de vivos colores que saldrán a nuestro paso en Pasai Donibane, uno de los núcleos de población que forman el pueblo, que nos enseña todo sobre su herencia marinera en La Factoría Marítima Vasca.
Orio, escala del Camino de Santiago
La carretera abandona por unos kilómetros -pocos- la línea de la costa para serpentear el curso del río Orio hasta llevarnos a su desembocadura en Orio, pueblo marinero que ha sido desde hace siglos escala para los peregrinos del Camino de Santiago, viajeros que, como nosotros, han paseado por las empinadas calles de su laberíntico casco viejo, donde destacan la ermita de San Martín de Tours o la iglesia de San Nicolás de Bari, y que retomaban fuerzas, como haremos nosotros, ante un exquisito besugo en cualquiera de sus asadores, que sacan las parrillas a la calle cuando acompaña el buen tiempo.
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Zarautz, señorial y gastronómica
También de buen comer es la señorial Zarautz, cuya playa, famosa por sus casetas de colores, es una de las mejores de todo el litoral vasco, tanto para disfrutar de ella en verano, para pasear con calma el resto del año, o para conquistar sus aguas a lomos de una tabla, pues es una de las predilectas para los numerosos practicantes del surf que hacen de ella una de sus mecas mundiales.
En el pueblo, abundan los palacetes y casas señoriales -los más destacados son el de Narros, del siglo XVI, y el de los López-Cetona, convertido hoy en el famoso hotel Karlos Arguiñano.
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