Decir que cae la noche sobre el Bund de Shanghai es solo una verdad a medias. Sí, llegado el momento, el sol desaparece, pero no lo hace la luz: mucho antes del ocaso han comenzado a titilar las luces de los rascacielos de Pudong, al otro lado del río Huangpu, que alumbran el cielo de Shanghai y se reflejan en las aguas del río, turbias, revueltas, repletas de embarcaciones de todo tipo -cruceros de lujo, barcas de pesca, petroleros… para asombro y alborozo de locales y viajeros.
Y es que pocos lugares hay en el planeta en los que la noche sea tan o más intensa que el día, y uno de ellos es este Bund de Shanghai, malecón mítico que ha llenado miles de páginas de la mejor literatura y que ha sido escenario de algunas de las páginas más importantes de la historia china, y por el que ya no circulan enjambres de rickshaws transportando a comisionistas y contrabandistas o mercancías de los barcos, sino que lo hacen multitudes de jóvenes que, iPhone en mano, hacen de la esquina del Bund con Nanjing Road uno de sus puntos de encuentro preferidos en la capital económica de Oriente y, decididamente, uno de los pliegues más eléctricos del planeta.