Reza el tópico que, de pura diversidad en el vestir de sus habitantes, en Nueva York, todos los días son Halloween. Y si bien es cierto que los neoyorquinos no necesitan una excusa para disfrazarse, también lo es que la cita para ello que no falta en su calendario es la del próximo 31 de octubre.
Como cada año por estas fechas de octubre, Gotham se disfraza que vuelca en la celebración de Halloween (La noche de todos los santos, All Hallows’ Eve) y en los cinco barrios hay todo tipo de eventos públicos y privados para sacar a la calle los disfraces más ocurrentes. Cada año, más de cincuenta mil neoyorquinos disfrazados de todas las maneras -principalmente, en el modo ny extravaganza– ascienden al compás de los instrumentos de más de medio centenar de bandas musicales interpretando desde la banda sonora de Los Monster a Eye of the tiger por la Sexta Avenida entre las calles Spring y Canal en el Village Halloween Parade, donde te esperan disfrazado a partir de las 6 de la tarde en la esquina de Canal Street con la Sexta). En el American Museum of Natural History (Central Park West & 79th St), los niños podrán jugar en treinta de sus salas al Truco o trato rodeados de fósiles de dinosaurios, actuaciones en directo y toda clase de actividades infantiles.
Al otro lado del río, en Brooklyn, la Lookout Hill del Prospect Park (entrada por Prospect Park Southwest y 16th St., Brooklyn) es el escenario donde zombies, brujas, hombres lobos y decapitados de todo tipo hacen de las suyas en la recreación al aire libre de una mansión encantada, donde no faltarán puestos de comida y bebida. En la preciosa pradera de Nethermead del mismo parque -donde no es raro encontrarse al escritor Paul Auster mientras pasea por ella-, el mismo parque habrá también un carnaval con juegos y ponies para los más pequeños.
Para los mayores, hay centenares de fiestas de Halloween por toda la ciudad: desde la más célebre -la del Webster Hall (125 East 11th St), cuyas cuatro plantas se convierten en un fiestón concurrido desde finales del siglo XIX, pasando por pequeñas fiestas en centros sociales de barrio y, por supuesto, en casi todos los bares y restaurantes de Manhattan. ¿Truco o trato?