Aguas que brillan por la noche, tirolinas infinitas, la mejor música y sabores inéditos: algunas de las maravillas sin fin que te esperan al viajar a Puerto Rico, Gran Viajero.

Puerto Rico, la isla del encanto, nos está esperando para incrustarse por siempre en nuestra memoria viajera. Le sobran razones para ello: Playas y parajes naturales de ensueño, rincones mágicos repletos de historias, gastronomía de sabores inéditos, la música más arrolladora… y, gracias a las ofertas de Logitravel, viajar a Puerto Rico es una de las experiencias de viaje más irresistibles que se pueden vivir.

 

 

Planes de naturaleza arrolladora

La naturaleza de Puerto Rico es de tal magnitud que impresiona, por su frondosidad y belleza, a todos los viajeros. Reservas naturales, bosques tropicales y playas paradisiacas conforman una colección de escenarios que esperan con infinidad de planes de turismo sostenible a los amantes del turismo activo. El gran tesoro natural de Puerto Rico es el Bosque Nacional El Yunque, el único bosque tropical lluvioso del Sistema Nacional de Bosques de los Estados Unidos.

 

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El Yunque, que debe su nombre a la expresión taína Yuke, que significa ‘tierras blancas’, se extiende por más de once mil hectáreas de la sierra de Luquillo, en el este de la isla. Es un auténtico paraíso para los amantes del trekking, que podrán encontrar en sus caminatas por los senderos del parque centenares de especies endémica de flora y fauna, como la cotorra puertorriqueña o la rana coquí.

 

 

Otro maravilloso escenario de naturaleza del que disfrutar al viajar a Puerto Rico es su colección de bahías bioluminiscentes. Solo hay cinco de estos lugares mágicos en todo el mundo, y la afortunada isla de Puerto Rico tiene tres. Como si se tratara de una película de ciencia ficción, las aguas de estas bahías brillan en la oscuridad gracias a una altísima concentración de plancton microscópico, estimulado por el movimiento y que da lugar a un efecto de “resplandor en la oscuridad”.

 

 

La bahía bioluminiscente más brillante del mundo se encuentra en las aguas cristalinas de Bahía Mosquito en Vieques: navegar por ellas en un kayak cuando ha caído la noche es una experiencia viajera que no se olvida jamás. La Laguna Grande, en Fajardo, es la más visitada por su cercanía a San Juan, y La Parguera, en Lajas, en el suroeste de la isla, es la única en la que está permitido bañarse en sus aguas.

 

 

Y, para los viajeros que, en sus viajes a Puerto Rico, quieran sentir la adrenalina a tope, nada como lanzarse a toda velocidad por las tirolinas del Parque Natural de Aventuras Toro Verde, en Orocovis. La más famosa de sus tirolinas es El Monstruo, la más larga de América -y la segunda del mundo-, un auténtico disfrute de 2’5 kilómetros de extensión en la que se pueden alcanzar hasta los cien kilómetros por hora de velocidad. La Bestia, otra tirolina de casi 1’5 kilómetros, las ocho que forman el Zipline Tour, o el circuito de bicicleta por cable más largo del mundo, con 326 metros de recorrido, son otras de las actividades de turismo activo con que Toro Verde aguardan a los viajeros más deseosos de experimentar la adrenalina en un entorno natural espectacular.

 

 

Mapa de esencia boricua

Esa rotunda naturaleza y la fusión de culturas -caribeña, africana, española, americana- dan como resultado un damero fascinante de regiones repletas de sabor boricua. Este mapa viajero tiene su primera escala en la región Norte, donde son paradas de visita obligada la galardonada playa Mar Chiquita, en Manatí, una de las más espectaculares de Puerto Rico; el Parque de las Cavernas del Río Camuy -que esconde uno de los sistemas de cuevas subterráneas más grandes del mundo-, y el inmenso Puerto Rico Premium Outlets, un paraíso para las compras de las mejores marcas.

 

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San Juan, la capital portorriqueña, una de las joyas patrimoniales más bellas de todo el continente americano, refulge en la región Metro. Con su centro histórico declarado Lugar Patrimonio de la Humanidad por la riqueza y belleza de sus calles y monumentos de la época colonial, solo visitar San Juan es ya motivo más suficiente para viajar a Puerto Rico.

 

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Defendida desde el siglo XVI por los los castillos de San Cristóbal y San Felipe del Morro, las murallas de la bellísima capital colonial encierran tesoros como la Plaza de Armas, con sus edificios coloniales de color pastel y sus animadas terrazas, la Catedral Metropolitana, del siglo XVI, donde se guardan los restos de Juan Ponce de León, o las calles de San Sebastián y del Cristo, en las que se respira la rica herencia histórica y cultural de la capital de Puerto Rico.

 

 

El ya mencionado Yunque y la Laguna Grande son los dos imanes de la región Este, que tiene otros muchos atractivos, desde campos de golf y lujosos resorts en Rio Grande, a las playas de Fajardo, como la popular Seven Seas o las más recónditas de Playa Escondida y Playa Colorá, o el establecimiento hotelero más grande de la isla, El Conquistador Resort Puerto Rico.

 

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Frente a la costa se encuentra una cadena de cayos y arrecifes de coral que conforman la Reserva Natural Cordillera, ideales para explorar en taxi acuático o practicando buceo. Y muy cerca también están dos auténticos secretos viajeros que hacen que viajar a Puerto Rico sea toda una experiencia: las islas de Culebra y Vieques. Playas de arena dorada, arrecifes de coral, vida silvestre y la Bahía Mosquito las convierten en escala ideal de cualquier viaje a Puerto Rico.

 

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En la capital de la región Sur late el corazón histórico y cultural del país: se trata de Ponce, la segunda ciudad más grande de Puerto Rico. Hay que pasear sin prisa degustando las joyas arquitectónicas de su casco antiguo que, aún de fuerte herencia colonial, alberga numerosos estilos arquitectónicos -art noveau, neoclásico, morisco… No pueden faltar en esta ruta por Ponce paradas en la Catedral Nuestra Señora de la Guadalupe, en las tiendas de artesanía del Parque de las Bombas, en el Castillo de Serrallés o en sus excelentes museos, como el Museo de Arte o el Museo de Historia de Ponce.

 

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Las aguas termales de Coamo, de las que dice la leyenda son la fuente de la juventud eterna que buscaba en sus viajes Juan Ponce de León, y la Playa Pelícano, en la islita de Caja de Muertos, son otros lugares de la región Sur que reclaman toda nuestra atención.

 

 

Por su parte, la región Oeste es famosa por sus playas y atardeceres y, sobre todo, por ser una de las grandes mecas mundiales del surf. En Rincón, las playas de María y Romes son ideales para los surfistas más avezados; y, además de La Parguera y sus aguas bioluminiscentes, el Bosque Estatal de Guánica, uno de los bosques costeros secos más extensos del mundo, es otro de los lugares a visitar en la región Oeste.
 

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Este recorrido viajero por las regiones de Puerto Rico tiene su última escala en la Cordillera Central: aquí, con el Parque Toro Verde como gran reclamo, y con preciosos pueblos con encanto, cultivos e inmensas haciendas cafeteras, se nos muestra un Puerto Rico menos conocido, agrícola y de interior y, sobre todo, repleto de sabor.

 

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La región puede considerarse como la despensa del país, por la riqueza y amplitud de los alimentos que produce, y su talento gastronómico se manifiesta en propuestas como la Ruta de la Longaniza, que, entre frondosos valles, transcurre por la carretera PR-155 y en la que una serie de “chinchorros” -restaurantes tradicionales en los que se vende todo y que sirven también de punto de encuentro de locales y viajeros- ofrecen este embutido de herencia española.

 

 

Fusión de paladares

Y es que, como en toda las facetas de la vida de la isla, la fusión de culturas es la protagonista de la gastronomía de Puerto Rico. En la mesa, no pueden faltar platos típicos como el mofongo -hecho de plátanos verdes fritos-, los tostones y el lechón asado, declarado recientemente patrimonio gastronómico puertorriqueño. Manjares que se pueden acompañar de una piña colada -que se inventó en el Beachcombers Bar del Caribe Hilton hotel de San Juan en 1954-, un excelente café o un ron, de los mejores del Caribe (una visita a una destilería de ron, como las de Casa Bacardí, la más grande del mundo, o la Hacienda Santa Ana, es un excelente plan).

 

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Algunas direcciones de lo más recomendable para sentir Puerto Rico en en el paladar son 1919, en el lujoso hotel Condado Vanderbilt de San Juan, con su cocina portorriqueña de corte contemporáneo; el famoso Rancho de Apa, en Guaynabo, donde lo que manda es la cocina “de siempre” -su lechón con arroz y gandules es un festival para el paladar-, o Chef’s Creations, en Ponce, donde el mejor producto de temporada de la plaza del Mercado hace brillar un recetario tradicional preparado con mimo y de lo más sabroso.

 

 

ADN musical a ritmo de salsa y reguetón

Y, desde luego, decir Puerto Rico es decir, también, música. Desde siempre, el talento boricua ha sido bandera de la isla por todo el mundo, con grandes nombres como Héctor Lavoe, Ricky Martin o, en los últimos años, Daddy Yankee, Bad Bunny o Ozuna, las más grandes estrellas del reguetón, el estilo que, fusionando reggae y hip-hop con ritmos latinos, se ha convertido en la banda sonora más popular del mundo.

 

 

Los grandes estilos musicales tradicionales de Puerto Rico son la bomba y la plena, de herencia africana, y que combinan percusión y danza: Rafael Cepeda y el Grupo Plena Libre son sus grandes nombres, que resuenan en el atlas musical de la isla como los del trovador Andrés Jiménez, el gran representante de la música jíbara, que sabe a campo y que mece, al son del cuatro, este Gran viaje por Puerto Rico.