La Villa Tugendhat, una de las obras maestras de Mies Van der Rohe e icono de Brno, celebra su 20º aniversario como Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO.
La Villa Tugendhat de Brno, obra del arquitecto alemán Mies Van der Rohe, uno de los padres de la Bauhaus, es una de las obras maestras de la arquitectura moderna, a la que la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2001 por “los principios espaciales y estéticos innovadores, encaminados a satisfacer las necesidades creadas por el estilo de vida contemporáneo mediante el empleo de los recursos ofrecidos por la producción industrial moderna”.
La Villa Tugendhat, único monumento de arquitectura moderna de la República Checa protegido por la UNESCO, nació gracias a la pasión por la obra de Van der Rohe de su promotora, Grete Tugendhat, quien se había enamorado de la famosa casa Perls que el arquitecto había proyectado en París, y decidió que fuera él el encargado de dar forma a la residencia que compartiría con Fritz Tugendhat, su segundo marido.
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“Anhelaba una casa espaciosa y moderna, con formas claras y simples. A mi marido le horrorizaba la idea de tener habitaciones llenas de objetos y telas como había conocido desde la infancia”. Grete Tugendhat.
En 1928, Mies Van der Rohe visitó la parcela en que se edificaría la villa, en el barrio residencial de Černé Pole de Brno, y quedó impresionado por su ubicación sobre una pequeña loma y con vistas al centro histórico de la ciudad. La construcción duró 14 meses, y a finales de 1930, la pareja viviendo en ella; pero en mayo de 1938, ante la amenaza de guerra, los Tugendhat tuvieron que huir a Suiza.
La historia de la Villa Tugendhat
Los Tugendhat confiaron el proyecto de su nuevo hogar a Ludwig Mies van der Rohe y el interiorismo, a Lilly Reich, a quien se le atribuyen varios elementos del mobiliario de la villa. Sin limitación de presupuesto, Mies van der Rohe concibió un proyecto de arquitectura funcionalista en el que primaba la optimización del espacio y el aprovechamiento de la luz solar.
La villa se convirtió en una obra de arte que dialogaba con la naturaleza circundante, y en su planta baja las estancias fluían de unas a otras, fundiéndose con el jardín a través de inmensos ventanales retráctiles de cristal. Pero este no fue el único avance empleado: la estructura se construyó en acero –algo poco habitual en casas particulares–, se instaló calefacción y refrigeración de aire, e, incluso una fotocélula en la entrada. Los materiales empleados eran de altísima calidad, (ónix de Marruecos, mármol travertino de Italia, maderas exóticas…), y muchos, obra de empresas checas como RAKO o SBS.
Tras la marcha del matrimonio Tugendhat, la villa fue confiscada por la Gestapo y después por el ejército ruso. En las décadas posteriores, fue usada como cuadra, escuela de danza y gimnasio, hasta que en los años 60 se declaró Patrimonio Nacional. En 1992, fue el escenario donde los primeros ministros checo y eslovaco acordaron la división de Checoslovaquia, y en 2012 la villa se abrió al público. Desde entonces, se organizan en ella exposiciones, visitas y actividades culturales; eventos que, en 2021, poco a poco, retornarán a la normalidad.