Pocos experiencias viajeras más intensas que aquellas que nos esperan al viajar a Liguria, donde aguarda el Mediterráneo más multicolor.

A las playas de Liguria -ese trozo de paraíso encajonado entre la frontera con Francia, los Alpes y los Apeninos y el Mediterráneo y que es, sin más, la Riviera italiana– ponen rumbo los milaneses y con ellos, media Italia, para huir del ferragosto que los consume cada verano; pero es ahora, en estos meses primaverales, cuando el sol, más suave, arranca más pinceladas de las casas multicolores que se descuelgan sobre el mar en los pueblos del parque nacional de Cinque Terre -Lugar Patrimonio de la Humanidad: basta con visitar el pueblo de Manarola para comprender el porqué de tanta belleza-, de los yates de lujo atracados en Portofino, y de las playas sin bañistas…

 

Vernazza de noche. Postal desde Liguria | Tu Gran Viaje. Revista de viajes y turismo
Vernazza de noche. © Shutterstock

 



Muy cerca de Ventimiglia, en la frontera con Francia, está la de Balzi Rossi, pura cala mediterránea ideal para esperar el atardecer; la del pueblo de Finale Ligure es, por su tamaño -es de las más extensas de la región- y su ubicación, de las más populares y desarrolladas; y sería imperdonable olvidarse de las de Levanto, Varigotti o Bergeggi, donde simplemente estar, sin hacer nada más que escuchar la resaca y mirar al horizonte, reconcilia a cualquiera con el mundo.

 

Manarola. © Emi Cristea / Shutterstock. Postal desde Liguria | Tu Gran Viaje revista de viajes y turismo
Manarola. © Emi Cristea / Shutterstock