Postal desde Bled (para ti)


Tú sabes que hay imágenes que son una invitación al viaje, y la postal de Bled, es sin duda, una de ellas; así que hoy te cuento cómo fue mi paso por la ciudad para que, cuando llegues mañana, todo te sea más familiar.

Un reportaje de Ángel Ingelmo.

De entrada, Bled es una pequeña ciudad sin grandes edificios, que se extiende a orillas de un lago en cuyas aguas se reflejan las cumbres nevadas de los Alpes Julianos; y en lo alto de un acantilado que surge en las orillas del lago se yergue el castillo (Blejski Grad). Tras ascender por una carretera que discurre por la parte posterior del acantilado entramos en esa pequeña ciudadela que es el castillo, surgida a partir de una torre del siglo XI y que debió ser ser reconstruida en 1951 para reparar los daños causados por un incendio en 1947.




En torno a su patio está la Capilla de san Albuino y San Ingenuino, con su exterior gótico y un interior barroco donde aún se conservan algunos restos de frescos. También hay un pequeño museo y, en la planta baja de la torre circular, una imprenta, un testimonio más bien de las imprentas medievales. Pero lo más probable es que la mirada quiera fugarse del encierro de las murallas para perderse por las aguas del lago hasta llegar a la isla y, un poco, más lejos a las cumbres nevadas.

Viajar a Bled

Bajamos de nuevo a las orillas del lago para, utilizando algunas de las pletne, las barcas amarradas en sus orillas, acercarnos a la isla. Una isla pequeña y arbolada con una iglesia que sustituyó a un santuario dedicado a la diosa Živa cuando los primeros cristianos hicieron su aparición en la zona, allá por el siglo X, y acabaron con los cultos paganos de los eslavos.



La iglesia, dedicada a la Asunción de la Virgen María (Cerkev Marijinega vnebovzetja), está precedida por una escalinata con 99 peldaños, y aunque su origen es románico, los terremotos obligaron a tener que hacer algunas reconstrucciones, una a principios del XVI y otra en el XVIII.

 

Bled, Eslovenia

 

El lago, como todo lugar donde lo mítico y lo real se confunden, también tiene su leyenda: en el siglo XVI el señor del castillo fue asesinado y su cuerpo arrojado al lago. Su esposa reunió todo el oro y plata que pudo, y con ambos metales hizo fundir una campana que pensaba colocar en la iglesia de la isla para rendir culto a su memoria.



Cuando era transportada a la isla, una repentina tempestad hizo naufragar la barca y la campana se perdió en el fondo del lago. Interpretado como un designio del destino, vendió todos sus bienes, mandó levantar una nueva iglesia y ella se retiró a un convento en Roma. En 1543 el Papa hizo fundir una nueva campana y colocarla en la iglesia. Hoy, la gente acude a la isla con el fin de tocar la campana y pedir un deseo a la Virgen con la esperanza de que éste se cumpla.

Ahora damos un paseo alrededor del lago donde se suceden las villas de recreo: una de ellas, Villa Bled, era utilizada en verano por Tito; otra, Villa Zora, acoge hoy las dependencias municipales. Y también otra iglesia más, Sv. Martinu, en la ladera del castillo y con una pequeña capilla delante obra de nuestro arquitecto Jože Plečnik. Y nos vamos a descansar, que mañana iremos a visitar el vecino Parque Nacional de Triglav.

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Sobre el autor

El periodista y escritor salmantino Ángel Ingelmo es uno de los autores de guías de viaje más destacados de España. Tras haber residido en Francia y Escocia, lugares en los que frecuentó los círculos artísticos e intelectuales, regresó a España, donde, desde comienzos de la década de los Ochenta hasta la actualidad, ha traducido obras literarias, colaborado en medios de comunicación y escrito más de un centenar de guías de viaje de todo el mundo.