Edimburgo, Glasgow y el Ben Nevis: tres lugares repletos de magia que son poderosas razones para que lo dejes todo y viajes ya a Escocia ya, Gran Viajero.
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Edimburgo
Si decimos que Edimburgo es una de las ciudades más bonitas del mundo no exageramos: ¡más del 75% de sus edificios están protegidos por su valor arquitectónico o histórico! La capital mundial de los festivales es además fuente de inspiración para autores que han creado mitos universales como J.M. Barrie (Peter Pan) y J.K Rowling, (Harry Potter). ¡Seguro que a ti también te llega la inspiración al pasear por la Royal Mile, el callejón de Mary’s King o subiendo a lo alto del Arthur’s Seat para disfrutar de las vistas!
Glasgow
Glasgow es uno de los destinos urbanos más excitantes de Europa. La segunda ciudad más poblada de Escocia es una meca del diseño, gracias a su hijo predilecto Charles R. Mackintosh y las obras arquitectónicas de Zada Hadid o Sir Norman Foster, y de la música, con tanta concentración de talento, músicos y escenarios que la UNESCO la declaró Capital Mundial de la Música.
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El Ben Nevis
¿Quieres tener las mejores y más altas vistas panorámicas de Gran Bretaña? Pues tienes que ascender al Ben Nevis, en la esquina más occidental de los montes Grampianos y que, con 1.345 metros de altitud sobre el nivel del mar, es el pico más alto del país. Muy cerca de la población de Fort William, el Ben Nevis es uno de los iconos de Escocia, y del que siempre se ha dicho que “tiene la cabeza en las nubes”. Hay dos rutas que ascienden hasta su cima: la Mountain Track, que es la que emplean la mayoría de senderistas por su facilidad de subida, y la Carn Mor Dearg Arête, más exigente y recomendada para senderistas experimentados. Eso sí: ¡las vistas merecen el esfuerzo!
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