Viajar a Ostende no es hacerlo solo a uno de los escenarios de las aventuras del capitán Alatriste. En la costa del Mar del Norte, la ciudad alberga uno de los mayores puertos pesqueros de Europa.
Bélgica no pesca lo suficiente para cubrir su demanda interna, si bien el belga —a diferencia, por ejemplo, del gallego o el japonés— no es un gran consumidor de pescado; además, el pescado fresco no es barato. La flota pesquera belga, compuesta por unos ciento veinte barcos, captura unas 25.000 toneladas que desembarca, dependiendo del ahorro de combustible, tanto en puertos extranjeros como en puertos de su país. Por eso, viajar a Ostende es hacerlo a una ciudad marinera, con el puerto de pescado más importante del país, y cuyo carácter impregna toda esta bucólica ciudad flamenca.
Una subasta de pescado en el puerto de Ostende
Por su poca extensión de litoral, la flota está obligada a pescar en aguas del norte y del oeste del Mar del Norte, en la zona del Canal, en el mar de Irlanda, en el Canal de Bristol y, durante ciertas épocas del año, en el golfo de Gascuña. Platijas, bacalaos, lenguados y rayas componen el grueso de las capturas. Los tres puertos pesqueros belgas más importantes son el histórico de Zeebruges, separado de Brujas por un canal de doce kilómetros, el moderno de Nieuport y entre los dos se encuentra el de Ostende que data de 1445, de cuando Felipe el Bueno autorizó su construcción.
Precisamente el puerto de Ostende cuenta con un mercado de pescado moderno y modélico: el Vistrap. Hasta su reforma a finales del siglo pasado, una escalera que hoy ya no existe ascendía directamente desde los barcos de pesca amarrados en el muelle. Históricamente, el pescado se vendía en el Groentenmarkt (Mercado de Verduras), en la Mijnplein (plaza del mercado de pescado), y también al inicio de Visserskaai, donde se construyó un mercado de pescado en 1877 al que se bautizó como De Cirk. Hasta la década de los Cincuenta del siglo pasado, el mercado de pescado se ubicaba entre Kadzandstraat y Bonenstraat. Hoy, su subasta de pescado es la mayor de Bélgica y su cifra de negocios está aumentando en los últimos años considerablemente. En 2012 más de la mitad de la flota belga descarga en Ostende y cada día aumentan los barcos extranjeros que lo hacen allí.
A las 4.30 nos recoge el amabilísimo capitán Patrick Vermandel: vamos a asistir a la subasta de pescado. El capitán nos explica la ruta del pescado hasta que entra en la subasta. No todo el pescado que llega a la subasta se descarga directamente. Es habitual descargar la pesca en puertos extranjeros (Liverpool, Milfordhaven, La Palice, etc) y llevarla en transporte frigorífico hasta la subasta de Ostende donde llega unas horas más tarde. De hecho, mientras el pescado va por tierra a Ostende, los pesqueros ya están faenando en alta mar. El pescado es revisado por los inspectores de la agencia alimentaria. La subasta se celebra los lunes, miércoles y viernes. En temporada alta pueden juntarse más de cien toneladas, sobre todo de pescado plano (lenguado, gallo, rodaballo, fletán) y algo de pescado redondo (bacalao, rape, lubina).
Un poco de historia de Ostende
Ostende, a orillas del Mar del Norte, tiene unos 70.000 habitantes. Es el enclave costero más turístico de Bélgica y el punto de enlace de los ferries que van al Reino Unido. Históricamente ya aparece en los documentos del siglo X y a finales de la Edad Media tenía relevancia gracias a su puerto pesquero. La capital de Flandes Occidental tiene mucho que ver con la España Imperial, la del siglo XVII y la del capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte. Ostende ofreció una férrea resistencia a nuestros tercios y sólo fue conquistada tras varios años de asedio.
El más célebre de los ostendeses fue y sigue siendo, sin duda, James Ensor (1860-1949), padre del expresionismo y del surrealismo, pintor también del universo marino ostendés. El Carnaval es la fiesta más importante de esta ciudad que alcanza su cenit con el Baile de la Rata Muerta, todo un derroche de imaginación y colorido.