Si usted peligra, que el mundo se entere


Letrero de una cantina de Valladolid, México Foto (c) Jesús Gª Marín

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Un barraquito y una televisión encendida en un bar de Tenerife empuja al recuerdo a nuestro Trotamundos más irreverente

Estos días estoy por Santa Cruz de Tenerife, desde donde escribo este apunte: me levanto y me bajo a tomar un barraquito (un cortado con leche condensada) al bar. La televisión está puesta. Me abduce, que no me seduce, uno de esos programas clónicos de la mañana: sus ingredientes son esa adormidera consistente en salud, cocina, cotilleos y desgracias ajenas. Ahora toca cocina, van a hablar de los huevos. Como el programa va por secciones, mientras se van caldeando las ollas, conectan con el País Vasco para que una señorita informe del juicio por asesinato de una chica de 39 años y, acto seguido, la presentadora importante, tras terminar con la noticia, dice no aquello que decían los locutores de toda la vida, “esperamos que las cosas se aclaren y que la justicia haga Justicia”, sino que se le ocurre cambiar de noticia diciendo “ahora vamos a seguir con otras cosillas”. Está claro que la “conductora” del programa no se ha dado cuenta de su frescura. Lo de “cosillas” es un acto reflejo, pero yo me quedo petrificado. Lógicamente disculpo a la presentadora -no puede estar en todo-, pero te das cuenta de que las cosas genéricas no andan bien. Estamos llegando a casos muy preocupantes de banalización extrema. Casi como en México…

Recuerdo un programa que vi la primera vez que estuve en México, que se titulaba “Ciudad Desnuda”- El lema del programa era “Si usted peligra, que el mundo se entere“. Se emitía en hora de máxima audiencia, hasta el punto que cualquiera que fuera por la calle estaba deseando ver una chorizada para llamar corriendo con el móvil a la tele azteca de marras y decirle vengan aquí compadres a rodar, que tengo a mi lado un muertito o un casi difunto. Cuando a un pinche le abrían la barriga en el mero Distrito Federal, por lo menos, como consuelo, esperaba no que viniera la ambulancia sino algún cámara para que diera cuenta de lo acontecido y para que lo viera en la tele la “mamasita” y sus colegas pinche-culeros, o sea disfrutar de ese minuto de gloria o ser, por lo menos, “trendy topic” siquiera lo que dura un suspiro. A eso en España, afortunadamente, no hemos llegado, pero, si duda, apuntamos a ellos.

[message_box title=”Sobre el autor” color=”white”]Jesús García Marín fue, allá por 1984, alumno de doctorado del Premio Nobel Camilo José Cela, con quien cursó Dictadología Tópica. Ha escrito infinidad de artículos de investigación histórica, algunos de ellos publicados por el CSIC o por la Universidad Complutense. Ha coordinado cuatro misceláneas de cultura humanística y es autor de un centenar de guías turístico-prácticas de todo el mundo, desde Finlandia hasta la Patagonia. Como periodista, ha publicado numerosos artículos culturales o de opinión en los periódicos baleares de mayor tirada. Actualmente es columnista del diario mallorquín “Última Hora” y colaborador habitual de Tu Gran Viaje.[/message_box]