Una experiencia viajera inolvidable es caminar por cualquiera de los tramos del Camino Inka, protegido como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

El Camino Inka, Patrimonio Mundial, el más reciente de los doce Patrimonios de la Humanidad que atesora Perú (los otros once son la Ciudad de Cusco, El Santuario Histórico de Machu Picchu, el Sitio Arqueológico Chavín, el Parque Nacional Huascarán, la Zona Arqueológica Chan Chan, el Parque Nacional Manu, el Centro Histórico de Lima, el Parque Nacional Río Abiseo, las Líneas geográficas de Nasca y Pampas de Jumana, el Centro Histórico de Arequipa y la Ciudad Sagrada de Caral-Supe), es el entramado de caminos que conformaban el sistema vial del Imperio inca, y que únicamente en el Perú se estima que supera los 25.000 kilómetros de extensión.

 

Camino Inka. Foto de Phil Whitehouse




Se emplean los términos de Capac Ñam o Qhapaq Ñam (en idioma quechua: ‘camino real’ o ‘camino del Inka’) tanto para la totalidad de esa organización de rutas como para el camino principal (de aproximadamente 5200 kilómetros de longitud). Todos estos caminos se encontraban conectados al Cuzco. Dado que el Capac Ñam interconectaba localidades tan distantes como Quito, Cuzco y Tucumán, durante el siglo XVI fue empleado por los conquistadores españoles para invadir Perú, Bolivia, Chile y las pampas cordilleranas argentinas.




De todos sus tramos, el más famoso es el Camino del Inka, que une la ciudad de Cuzco con el sitio arqueológico de Machu Picchu, un lugar para el que o hay idioma capaz de encerrar en una definición lo que es y la sensación que provoca a quien lo contempla ante sí. Escondida entre riscos a casi tres mil metros de altura, la ciudad inca irradia un magnetismo que no se despega jamás del recuerdo.

Camino Inka a su paso por Perú

Esta obra es una muestra del vasto conocimiento de los antiguos habitantes prehispánicos sobre geografía extrema que pudieron dominar a través del tiempo: desde el desierto a orillas del Pacífico hasta asomados a barrancos a más de cinco mil metros de altura, y muy cerca de turbulentos ríos. Estos caminos nos muestran los más maravillosos paisajes del planeta y nos permiten comprender mejor a la cultura andina, tan única y auténtica.