Las espectaculares y exhuberantes playas de Mauricio son la gran atracción de este paraíso insular enclavado en el corazón del Índico.
Las playas de Mauricio se extienden por casi todo el litoral de la isla. Unos 155 kilómetros de arenales protegidos por arrecifes de coral. Todas son sugerentes y variadas, pero las más espectaculares se encuentran en la costa este. Los arenales de Belle Mare, vírgenes todavía en algunos tramos, maravillan al viajero.
Aquí se encuentra la célebre barrera de coral de Mauricio, que salvó a la isla del terrible tsunami de 2004 y que forma a lo largo de esta costa una maravillosa laguna de aguas de color azul turquesa, donde se pueden practicar casi todas las actividades deportivas acuáticas.
El buceo, el esquí acuático o la pesca en alta mar se llevan la palma entre los turistas que se alojan también en algunos de los mejores hoteles de la isla que se encuentran en esta zona, pero nadie debe renunciar a una excursión en catamarán a la Isla de los Ciervos, a solo unos 20 minutos de Belle Mare.
Antes de llegar a este idílico lugar, donde conviene protegerse bien del sol, se visita normalmente una espectacular cascada de agua dulce que desciende a muy pocos metros del mar y se disfruta de una barbacoa y un baño más alejado de la costa, con aletas, gafas y tubo de bucear, para admirar los fondos marinos.
Otras sugerencias, dentro de este amplio abanico de arenales, son la playa de Tamarín, en la costa oeste, objetivo de los surfistas debido a la ausencia de la barrera coralina; la playa de Mont Choisy, a diez minutos en coche de Grand Baie, una debilidad para los más jóvenes a la hora de deleitarse con los atardeceres en la costa norte; la playa de Le Morne, al pie de la mítica montaña declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2008, en la punta suroeste, al frente de las playas más bellas del sur y de los hoteles más aislados de la isla; y la playa de Flic en Flac en la costa oeste, a 50 kilómetros del aeropuerto.
